#114 Por qué donar más y mejor
Hola, soy @samuelgil, Partner en JME Ventures. Bienvenido a mi newsletter semanal, un lugar donde nos reunimos aquellos que creemos que la tecnología transforma juegos de suma cero en juegos de Suma Positiva.
Una de las cosas que más me anima a seguir escribiendo Suma Positiva es la sensación de estar ayudando a la gente. Rara es la semana que no recibo algún correo de algún lector agradeciéndome lo que he compartido y diciéndome que le ha servido de alguna forma para crecer personal o profesionalmente.
Estoy convencido que la edición de hoy también os va a resultar interesante, aunque el foco no va a estar esta vez en cómo podemos crecer nosotros sino en ayudar a otras personas. Para ello, voy a ceder los mandos de la newsletter a Pablo Melchor, fundador de la Fundación Ayuda Efectiva, quien nos introducirá de forma brillante en el aún desconocido mundo del altruismo eficaz y nos animará desde la emoción y desde la razón a donar más y mejor para tener el máximo impacto posible.
Si alguna vez os ha apetecido tener un detalle conmigo porque el contenido de Suma Positiva os ha servido, hoy es el día: uníos al Equipo de donación Suma Positiva.
Pablo y yo ya hemos donado :)
Esta edición de Suma Positiva ha sido patrocinada por:
SOY IDIOTA.
Pero gano bastante pasta.
¿Por qué?
Pues porque sé venderme.
Y me encanta compartirlo con los demás.
Cada día escribo un email con un consejo para venderse mejor. Día que estás fuera, día que te pides.
Te apuntas aquí → https://mongemalo.com
❤️ ¿Quieres patrocinar Suma Positiva? Toda la información aquí.
Por qué donar más y mejor
por Pablo Melchor
Si te consideras una persona solidaria, es posible que dones unas decenas de eurillos al mes a una o varias ONGs. Puede que sean las organizaciones con las que colaboras “desde siempre”, sin saber muy bien por qué. Tal vez la de aquel chaval medio simpático y medio pesado, con un chaleco llamativo, papel y boli, que te acorraló en un centro comercial para pedirte tus datos y número de cuenta. También puede que vieras un documental, un anuncio o asistieras a una charla sobre una tragedia (o que la hayas vivido de cerca, en tu familia): la historia o situación te conmovió y decidiste ayudar.
Por otro lado, es posible que hayas decidido que no te puedes fiar de ninguna ONG, que el dinero se queda por el camino o que no sirve de nada. Te entiendo, pero, si sigues leyendo, espero conseguir que te plantees sustituir el escepticismo por exigencia.
Si eres de los que sí donan, es probable que la cantidad sea bastante aleatoria. Sabemos lo que cuesta un iPhone o por dónde puede andar la cuenta en un restaurante, pero ¿cuánto es “normal” donar? Tal vez dones un poco más que antes porque te hayan presionado por teléfono para que subas tu cuota —una experiencia bastante incómoda—. En cualquier caso, no tenemos referencias sobre cuánto donar porque, a fin de cuentas, ¿qué es lo que estamos comprando?
Si te pregunto exactamente qué consigue el dinero que donas, lo habitual es que no lo tengas nada claro. Si además te pregunto, ya para nota, si crees que esa donación es la que maximiza tu impacto, probablemente no sepas ni por dónde empezar a procesarlo.
He estado en todas esas situaciones. Donamos a causas prácticamente aleatorias, cantidades aleatorias, por motivos aleatorios y sin saber qué impacto conseguimos. Yo diría que hay espacio de mejora :-)
Hoy quiero proponerte que te replantees todo esto desde el principio. No voy a contarte dramas para hacerte sentir mal ni a intentar arrinconarte con armas de persuasión publicitaria o técnicas de venta. Lo que voy a hacer es compartir contigo los argumentos que a mí me han convencido para donar más y donar mejor.
Por qué donar más
La forma habitual de recaudar dinero es contarte una historia triste. Despertar en ti una emoción (ya sea pena o culpa) para que, en ese mismo instante, quieras hacer algo para sentirte mejor. Idealmente, hay que contarte la historia de un niño en concreto porque, por el efecto de la víctima identificable, donarás más que si te explican que hay cientos de niños en su misma situación. En nuestra mente de primate, la historia de doce niños atrapados en una cueva activa la empatía muchísimo más que saber que cada año mueren cientos de miles de niños por enfermedades prevenibles y curables como la malaria.
Sin embargo, que tengamos ciertos sesgos y tendencias no es un motivo para dejarnos llevar por ellos. Hay razones muchísimo mejores para donar que reaccionar ante una emoción pasajera:
Somos mucho más ricos de lo que imaginamos
Puede que tu cuñado se acabe de comprar un nuevo SUV alemán de 340 CV; que tu jefa te invitara el otro día a su ático de 300 m2 o que la noticia de hoy sea el sueldo millonario de un directivo del IBEX. Sea como sea, es probable que tiendas a compararte con quienes tienen o ingresan más que tú. Pero, ¿qué pasaría si te comparases con toda la humanidad? Si ordenásemos a todos los humanos vivos hoy por su nivel de ingresos, ¿en qué posición del ranking estarías? Puedes comprobarlo aquí.
Un español medio, con unos ingresos anuales de en torno a 19.000 euros netos, está en el top 5 % del planeta. En otras palabras: con 19.000 euros, ingresas más que el 95 % de la humanidad. Podrías pensar que se debe a que las cosas cuestan mucho menos en los países más pobres… pero no: las cifras que te estoy dando son a paridad de poder adquisitivo. Hay diferentes formas de visualizar dónde estamos en el ranking de ingresos. Aquí tienes una:
Tenemos una enorme oportunidad
Puede que te hayas fijado en una sutil línea vertical roja en la anterior gráfica. Es la línea de la pobreza extrema. A la izquierda de esa línea hay más de 700 millones de personas que viven con menos de 35 € al mes (insisto: a paridad de poder adquisitivo). Para entenderlo: es como si te diera 35 € el día 1 y te dijera que, con eso, tienes que tirar hasta fin de mes. No hay más. Para ningún tipo de gasto. Sin excepciones. Lo que para un mileurista español es un 3,5 % de sus ingresos mensuales es lo que tiene para vivir todo el mes el ciudadano medio de República Democrática del Congo.
Podemos ver esto como un drama, pero también como una inmensa oportunidad: donando cantidades que no se notan en nuestro bienestar, podemos tener un impacto enorme en la vida de muchas personas.
¿Tenemos una obligación moral?
Aparte de una gran oportunidad, ¿tenemos la obligación moral de hacer algo por los demás (sobre todo si no les conocemos y están lejos)? Este es posiblemente el argumento que requeriría un mayor debate. Voy a contarte por qué yo sí creo que tengo esa obligación moral. Si quieres, cuéntame qué opinas tú :-)
El filósofo australiano Peter Singer suele plantear este escenario a sus alumnos en Princeton (lo adapto un poco a mi gusto):
Imagina que vas andando hacia una reunión de trabajo. Llevas puestos tu mejor traje y tus mejores zapatos. De camino, cruzas un parque que conoces, dejando a un lado un estanque poco profundo. Vas perdido en tus pensamientos, pero oyes unos ruidos extraños que llaman tu atención: parece como si alguien estuviera chapoteando en el agua. Es raro, porque estamos en invierno. Intrigado, giras la vista y ves que hay un niño pequeño moviéndose agitadamente en medio del estanque. Miras alrededor con preocupación: ¿Hay alguien cuidándolo? ¿Dónde están sus padres? ¡¡No hay nadie!! Vuelves a mirar al niño y entiendes inmediatamente que, si no lo ayudas, se va a ahogar.
¿Saltarías al estanque para salvar al niño?
¿Aunque el traje y los zapatos terminen destrozados? A fin de cuentas, podrías pensar “No es mi hijo, no es mi culpa que esté en esa situación y no tengo ninguna obligación de salvarle”.
Como es de esperar, toda la clase responde que sí: intercambiarían sin dudarlo el coste de la ropa por la vida del niño. Lo que Singer pregunta después es qué diferencia hay entre esa situación y la actual, en la que sabemos que mueren niños cada minuto a causa de enfermedades evitables (simplemente faltan los recursos para tratarlos). Una respuesta habitual es que no es lo mismo, que la obligación cuando tienes a alguien delante no es la misma que si está lejos. La pregunta entonces es dónde termina tu obligación cuando sabes que puedes evitar la muerte de un niño sin hacer un gran sacrificio: ¿en tu piso?; ¿tu urbanización?; ¿tu barrio?; ¿tu ciudad?; ¿tu país? Parece que dónde pones el límite es bastante fortuito.
Supongamos que decidimos que solo debemos hacer algo por quienes han nacido en nuestro país. En el fondo, estamos diciendo que solo ayudamos a quienes, como nosotros, ya han tenido la suerte de nacer en un país tremendamente rico: no parece muy convincente.
Podríamos dedicar un buen rato a repasar todos los argumentos a favor y en contra, pero necesitaríamos varios números de Suma Positiva. En cualquier caso, para donar más no hace falta que pienses que tienes una obligación: basta con que quieras utilizar una parte de tus recursos para salvar vidas, sea por el motivo que sea. Sin embargo, como ya he dejado caer, solo lo conseguirás si, además de donar más, donas mejor.
Por qué donar mejor
Si los argumentos para donar más te resultan convincentes (tal vez tanto como a mí y a estas otras 8000 personas), la siguiente pregunta es a qué donar. Ya hemos comentado que, en general, nuestras decisiones en este ámbito son bastante mejorables. Hay un motivo principal para empezar a donar de otra forma:
¿Puestos a hacer algo bueno, importa mucho qué opción elijas? La realidad es que sí importa y mucho. Cuando queremos una nueva tele, comparamos muchas ofertas para hacer una buena compra. Si nos paramos a pensarlo, ¿por qué debería el ámbito de la ayuda ser diferente a todos los demás? ¿No habría que comparar?
En el mundo empresarial, tenemos claro que no todas las organizaciones son iguales. Algunas startups, por ejemplo, deciden resolver grandes problemas y encuentran soluciones efectivas y rentables, capturando así un gran mercado. Otras, en cambio, se estancan con una idea que parecía prometedora (“una historia que sonaba bien”) pero que simplemente no funciona en el mundo real. Lo mismo ocurre en el ámbito de la ayuda. Por otro lado, sabemos que hay empresas extremadamente efectivas, otras mediocres y otras que funcionan verdaderamente mal. Que una organización no tenga ánimo de lucro no hace que nada de esto sea diferente.
Las ONGs que consiguen un mayor impacto son las que eligen problemas grandes, solucionables y relativamente desatendidos y optimizan sus operaciones para lograr el mejor coste-efectividad a gran escala.
Probablemente nunca hayas oído hablar así de la ayuda humanitaria. Puede que pienses incluso que “suena muy frío”. A fin de cuentas, ayudar tiene que ver con la emoción, ¿no? El problema es que, cuando hablamos de personas que viven en pobreza extrema, con una mortalidad infantil 27 veces superior a la de España, lo importante no es cómo nos sentimos al ayudar, sino si lo que hacemos realmente funciona. La empatía puede ser el punto de partida, pero tenemos que complementarla con el uso de la evidencia y la razón para elegir las formas más efectivas de ayudar.
Cuando analizamos el impacto que consiguen diferentes ONGs, las diferencias son enormes: no hablamos de un 10% o un 20%, sino de órdenes de magnitud. Imaginemos, por ejemplo, que te preocupa la salud de las mujeres en África. Has leído que (como es de esperar) en muchos países de África subsahariana no hay recursos para prevenir el cáncer de mama. Sabes que esta enfermedad provoca muchísimo sufrimiento y decides que esa va a ser tu forma de ayudar: donar para prevenir el cáncer de mama en los países más pobres. Suena muy bien. Como eres una persona analítica, decides medir tu impacto y averiguas que, por cada 1000 dólares que donas, consigues añadir 4 meses de vida saludable para una persona necesitada. Sin embargo, resulta que esos mismos 1000 dólares destinados a intervenciones obstétricas de urgencia (ej: poder tener acceso a una cesárea vital) habrían ayudado a muchas más mujeres, añadiendo en total 67 años de vida saludable. Recuerda que lo que te preocupaba era la salud de las mujeres en África: eligiendo la segunda opción, tu impacto habría sido 239 veces mayor.
Estas estimaciones no son precisas y sabemos que hay intervenciones que consiguen aún más con el mismo dinero (las que reducen significativamente la mortalidad infantil). La conclusión, en cualquier caso, es que “que algo suene bien” es muy mala guía si queremos ayudar todo lo posible: el coste de oportunidad de donar a boleo es muy alto.
Hoy es muy fácil donar mejor
Si tuviéramos que analizar individualmente cuáles son los programas más efectivos, sería simplemente imposible. Por suerte, existe un movimiento internacional llamado altruismo eficaz que lleva más de una década dedicado a encontrar las formas más efectivas de mejorar el mundo. Una organización clave dentro del movimiento es GiveWell:
Analizan la investigación académica sobre cómo mejorar las condiciones de vida de las personas que viven en pobreza extrema, incluyendo el trabajo de economistas como los premios Nobel Esther Duflo, Abhijit Banerjee y Michael Kremer y de instituciones como el Poverty Action Lab (J-PAL) del MIT, o el Center for Effective Global Action (CEGA) de la Universidad de Berkeley.
Identifican los programas más prometedores: aquellos que han demostrado que funcionan y que permiten salvar vidas (o ayudar de forma significativa a muchas personas) con un coste muy bajo.
Seleccionan y auditan de forma continua a las ONGs capaces de ejecutar esos programas a escala y con mejor relación coste-efectividad.
En España, hemos lanzado la fundación Ayuda Efectiva para que donar en base a la investigación de GiveWell sea tan fácil como hacer unos pocos clics (y con deducción fiscal). La esencia de lo que hacemos es sencilla (aunque hay mucho trabajo por detrás para hacerlo posible): financiamos los programas humanitarios que, con unos mismos recursos, salvan más vidas o ayudan más a más personas. A día de hoy, esos programas son la prevención de la malaria, la suplementación de vitamina A y la desparasitación en escuelas.
Como solo financiamos programas con amplia evidencia de efectividad, podemos calcular el impacto estimado de cada donación. Por poner un ejemplo: cada 3500 € donados a nuestro programa de suplementación de vitamina A permiten administrar suplementos a más de 1800 niños. Sabemos que, estadísticamente, eso supone salvar la vida de al menos uno de ellos.
Podría contarte muchas más cosas, pero creo que, por hoy, está bien. Espero que mis argumentos te hayan hecho cuestionarte cosas. Si te han convencido y quieres donar más y mejor con nosotros, Samuel ha creado un Equipo de donación Suma Positiva al que puedes unirte ahora. Dejo que te lo cuente él 🙂👇.
Espero que el artículo te haya parecido interesante. Si quieres empezar a donar con el máximo impacto únete al Equipo de donación Suma Positiva. Nos hemos puesto como primer objetivo donar 10.000 euros al Fondo Salud Global de Ayuda Efectiva, que distribuye la ayuda entre los programas más efectivos. Si alcanzamos el objetivo, evitaremos más de 280 casos de malaria, libraremos a más de 4.800 niños de los parásitos intestinales y administraremos suplementos de vitamina A a más de 900 niños. ¿Te apuntas?
Gracias por leer Suma Positiva.
Si te ha gustado esta edición, no te olvides de dar al ❤️ y de compartirla por email o redes sociales con otras personas a las que les pueda gustar.
Si quieres patrocinar una próxima edición, aquí tienes toda la información.