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Bueno, vamos con el artículo de la semana, que son las 11 de la noche y aún no he empezado a escribir.
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Juegos de rol, desarrollo personal y estrategia competitiva
En el podcast que grabé con Joan Tubau hace unas semanas, hablamos largo y tendido sobre las similitudes entre un juego de rol como Elden Ring y las decisiones a las que nos enfrentamos al comienzo de nuestra carrera profesional.
Hoy voy a seguir tirando de la analogía de Joan, pero me la voy a llevar principalmente al terreno de la estrategia competitiva, un tema que no tratamos en Suma Positiva desde las ediciones #8 y #10, cuando hablamos del posicionamiento estratégico de Michael Porter y de los siete poderes de Hamilton Helmer, respectivamente. Os invito a que las (re)leáis.
Una de las características principales de los juegos de rol es que tu personaje tiene una serie de atributos (e.g. fuerza, resistencia, destreza, inteligencia, sigilo, fe, etc.) que debes ir mejorando estratégicamente—guiño, guiño—a medida que avanza la partida.
Para poder subir el nivel de estos atributos, tendrás que ir gastando cantidades crecientes de la “moneda” (e.g. runas, almas, oro) del juego en cuestión, monedas que irás obteniendo al completar misiones y derrotar enemigos.
Ciertas armas, armaduras o hechizos que irás encontrando por el juego solo podrán ser usados cuando alcancemos un nivel mínimo en ciertos atributos. Además, la eficacia de estos objetos estará también correlacionada con estos atributos: cuanto más alto el nivel del atributo, más daño causará el arma o el hechizo, o más nos protegerá la armadura.
En Elden Ring, si quieres blandir grandes espadas y protegerte con pesadas armaduras, tendrás que invertir un montón de runas en mejorar tu fuerza y tu resistencia. Poco a poco, tu personaje se irá convirtiendo en un “tanque”, especialista en ataques cuerpo a cuerpo con armas lentas pero que infligen un gran daño por golpe al enemigo, y capaz de resistir bien sus ataques.
Por contra, puede que te guste más jugar con armas más ligeras—que causan menos daños por golpe pero con las que puedes asestar golpes más rápidamente—y ser más acrobático a la hora de esquivar golpes en lugar de pararlos. Entonces deberás centrarte en mejorar la destreza.
O si lo tuyo son los ataques a distancia propios de los magos, deberás invertir casi todas tus runas en mente e inteligencia.
Uno de los errores clásicos que cometen los novatos en este tipo de juegos es intentar que su personaje sea bueno en todo. En lugar de concentrar sus mejoras en los atributos que corresponden a un estilo de juego determinado, los van repartiendo equitativamente entre todos. ¿El resultado? Un personaje que no es especialmente bueno en nada y con el que es imposible llegar muy lejos en el juego, pues no podrá usar armas avanzadas o la eficacia de estas se verá reducida.
Los buenos jugadores dedican unas cuantas partidas a probar varios estilos y ver cuál de ellos le funciona mejor. Siempre o casi siempre es posible terminar el juego con cualquier estilo; lo difícil e importante es encontrar el tuyo. Una vez que lo encuentran, se dedicarán en cuerpo y alma a ir construyendo un personaje de acuerdo a ese estilo. Son conscientes de que no se puede ser bueno en todo y que su estrategia de juego conlleva de forma irreversible el abandono de otros caminos.
Como seguro ya estáis haciendo, de lo anterior se pueden extraer varios paralelismos con el mundo empresarial y con el del desarrollo personal.
¿Qué es mejor, invertir en mejorar nuestras fortalezas o nuestras debilidades? Los juegos de rol nos enseñan que sin duda es más interesante concentrarse en lo que se nos da bien, siempre que llegamos a un mínimo aceptable en nuestras áreas débiles.
¿Cómo construye una empresa una ventaja competitiva sostenible? Creando una propuesta de valor altamente diferenciada que resuene con un segmento del mercado, y creando una cadena de valor que esté cada día más adaptada a esa propuesta. De esa forma, el “foso” que nos protege de los competidores será cada vez más ancho y profundo.
A menudo, a las compañías con las que hablo les cuesta contar con claridad cuál es su propuesta de valor diferencial, con qué segmento del mercado resuena (porque tenemos claro que no se puede gustar a todo el mundo, ¿verdad?), qué están haciendo para construirla y, sobre todo, a qué están renunciando.
En otras palabras, cuál es su estrategia competitiva.
Por definición, si para hacer algo no tienes que sacrificar de forma casi definitiva otras cosas, no es estrategia y no te confiere una ventaja competitiva porque es algo que está (relativamente) al alcance de cualquiera.
Las típicas matrices de 2x2 de competencia en la que mi compañía siempre está arriba y a la derecha dicen muy poco sobre mi estrategia. Ídem de las tablas de características en las que mi compañía tiene un check en todas ellas y a las demás siempre les falta algo.
Lo que quiero que me cuenten es que, después de haber probado muchas cosas, has detectado qué es lo que (algunos) clientes valoran más y que, ahora que lo sabes, estás apostando todo en ser el mejor en ello, aceptando irremediablemente ser peor en otras áreas que no son tan valoradas por los clientes.
El que se pasa el juego es el que es mejor (solo) en lo que valoran más (algunos de) los clientes, a costa de ser peor en otras cosas.
Veamos un ejemplo.
En la ilustración siguiente, veremos un análisis de cómo Southwest Airlines (SWA)—una aerolínea americana de bajo coste—es mejor que sus competidores (directos como una aerolínea convencional o indirectos como un autobús) en los atributos precios bajos, tripulación amable, frecuencia de vuelos y puntualidad. Sin embargo, es igual o peor que otras en cosas como tener presencia en los aeropuertos más cercanos, ofrecer muchos destinos o comodidades a bordo.
No hay forma de ser bueno en todos ellos a la vez. Ellos han elegido ser los mejores en esos pocos y peores en otros, porque para un determinado tipo de cliente, esos son los más importantes. Y ahí no tienen competencia.
¿No dijimos en la realidad está rota que el jugar a videojuegos puede tener mucha transferencia a otras áreas de la vida?
Espero haberos convencido de ello hoy, así como de haber aclarado un poco el siempre elusivo término “estrategia”, del que tanto abusamos.
Que paséis unas felices Navidades y todo lo mejor para 2023.
Gracias por leer Suma Positiva.
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#146 Juegos de rol, desarrollo personal y estrategia competitiva
Aprendiz de mucho....maestro de nada.
Curiosidad viva, aprendizaje de todo, concreción en lo más valioso.
Y la aplicación de TODO lo dicho, tambien al ámbito del ROL PERSONAL en la vida: el papel que mejor se te da, ¡Pero según en qué ambiente (laboral, familiar, vecinal...)! porque no siempre y en todas partes nos va mejor el mismo Rol.
Muy interesante Samuel, y muy útil para re-refllexionar ;-)