Suma Positiva #15: La Tecnología del Dinero (2) - Blockchains
Hola, soy Samuel Gil, partner en JME Ventures. Estás leyendo Suma Positiva, mi publicación semanal sobre tecnología, startups e inversión.
La semana pasada en La Tecnología del Dinero (1) vimos que el dinero es:
Un medio eficiente para el intercambio de bienes y servicios (entre personas y en el espacio) que permite la especialización del trabajo, favoreciendo el crecimiento económico y la mejora del bienestar de las personas.
Una forma almacenar y transferir valor en el tiempo (depósito de valor). Para ello es imprescindible que el dinero conserve su poder adquisitivo.
Una unidad en base a la cual se pone precio al resto de productos y servicios, las principales señales que regulan el funcionamiento de toda la economía.
Asimismo, vimos como el sistema monetario y bancario actual, conformado por el banco central, los bancos comerciales y un dinero de tipo fiduciario —sin respaldo real— funcionan, generando oscilaciones en la cantidad de dinero y crédito que fluye por el sistema, lo cual a su vez genera inflación/deflación y fases alcistas/bajistas del ciclo económico.
Este sistema, que lleva vigente desde 1971, está sustentando únicamente sobre la confianza y se mantiene en pie gracia a unos efectos de red monumentales. Sin embargo, según algunos expertos, estamos en un momento en el que el sistema presenta algunos síntomas de agotamiento (niveles de deuda, tipos de interés negativos), por lo que un cambio de paradigma podría producirse.
Por otro lado, desde el punto de vista tecnológico, el dinero no es más que una gran base de datos que cada banco comercial ve de forma parcial y el banco central de forma total, de acceso no público, basada en una tecnología obsoleta que provoca que el sistema sea en general frágil, lento y caro.
¿Hay alternativas?
✨ Suma Positiva ✨


🧠 Piensa

⛓ La Tecnología del Dinero (2): Blockchains
La tecnología blockchain se dio a conocer por primera vez en el white paper de Bitcoin, un sistema de dinero digital descentralizado, publicado el 31 de octubre de 2008 por un autor aún desconocido que firmó bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto.
Más allá de su aplicación para la creación de monedas digitales —las denominadas criptomonedas—, blockchain es una tecnología que permite la creación de bases de datos compartidas entre varias partes (personas u organizaciones) que tienen un interés en colaborar pero desconfían entre sí (y de otros).
Estas bases de datos almacenan información necesaria para (o fruto de) la colaboración entre las partes.
Aunque todos los participantes están autorizados a leer y escribir en la base de datos, las reglas y el sistema de incentivos que gobiernan su funcionamiento impiden que unos participantes puedan aprovecharse de los otros mediante el falseamiento de los datos, ya sea realizando nuevas operaciones para las que no están autorizados o reescribiendo el pasado.
Gracias a ello, en cada instante, el sistema muestra una imagen fiel e inmutable, resultado de la interacción pasada de todas las partes.
Blockchains públicos
Los blockchains públicos son aquellos en los que cualquiera puede participar. Los principales ejemplos son Bitcoin y Ethereum.
Hacer uso de la red implica la compra de un (cripto)activo nativo a la misma —bitcoin en el caso de Bitcoin y ether en el de Ethereum—, por lo que un mayor uso del sistema va correlacionado con una apreciación de su criptoactivo, diseñado para ser artificialmente escaso.
Ciertos participantes o nodos de estas redes, los denominados “mineros”, son los encargados de verificar la integridad de las transacciones. Como recompensa a su labor, que puede llegar a ser muy costosa en términos económicos, el sistema les premia con una cantidad del (cripto)activo nativo al blockchain. He aquí la magia que permite al sistema funcionar de manera autónoma, y retroalimentarse de su propio éxito. Lo más complicado es el bootstrap inicial.
Como decíamos, a mayor uso del blockchain, más valor de su criptoactivo, por lo que: (1) más incentivo para apropiarse de él de manera fraudulenta; y (2) más incentivo para los mineros para que esto no se produzca. El sistema de defensa de la red se basa en que el coste económico de un ataque exitoso es superior al valor del botín que se puede obtener.
Lo más interesante de estas redes es que —como casi todo lo que funciona en el mundo— emergen de la libre participación de todos los agentes según unas reglas y un sistema de incentivos que hace que el sistema funciona cuando todos los agentes se comportan en su propio beneficio.
Cualquiera es libre de comprarse una máquina, instalar el código —que es por supuesto abierto— y convertirse en un minero. De manera análoga, cualquiera es libre de instalarse un wallet, y comenzar a comprar e intercambiar el criptoactivo. Estas redes son redes totalmente descentralizadas, sin ninguna autoridad central que interfiera o controle su funcionamiento.
En la actualidad, los principales problemas de este tipo de redes son su rendimiento y escalabilidad, así como una experiencia de usuario que dista mucho de lo aceptable por el gran público.
Blockchains privados
Los blockchains privados son aquellos en los que sólo ciertas partes con autorización pueden participar. Pensemos en un conjunto de bancos o en varias empresas que representan diferentes eslabones en una cadena de suministro.
En este caso no hay necesidad de ningún incentivo económico extra para el mantenimiento de la integridad del sistema, ya que solo participan en él partes autorizadas e interesadas en colaborar (pero a su vez desconfiadas entre sí).
Los blockchains privados más comunes son los basados en las tecnologías Hyperledger, R3 Corda o Quorum, entre otros.
Las ventajas de este tipo de blockchains son mejor rendimiento, escalabilidad y posibilidad de cumplimiento normativo.
Aunque pueden suponer mejorar de eficiencia muy importante, no suponen ni de lejos la disrupción que pueden suponer los blockchains públicos.
Criptomonedas
Las criptomonedas son blockchains públicos cuya aplicación es la creación de un activo digital que cumpla las funciones del dinero.
Cada criptomoneda se diferencia de las otras principalmente por su “política monetaria” —reglas bajo las cuales se crea y destruye el criptoactivo— y por su grado de anonimato, así como por otras características técnicas relacionadas con el rendimiento y la escalabilidad de su red.
Todas ellas compiten por convertirse en “mejor dinero”, al igual que en el pasado los metales preciosos, la sal, las conchas marinas, el oro o el papel moneda compitieron por desempeñar esta función.
Tokens
Si bien los blockchains pueden ser utilizados para realizar transacciones con activos digitales de nueva creación como las criptomonedas, también pueden ser utilizados para realizar transacciones con activos que sean simples representaciones simbólicas de otros activos ya existentes, con el fin de beneficiarse de sus ventajas como tecnología.
A estas representaciones simbólicas de otros activos se los llama tokens y al proceso de convertir un bien en un activo digital que lo represente (y que pueda normalmente ser redimido por el bien que lo respalda) se denomina tokenización.
La tokenización promete la posibilidad de realizar transacciones, con las ventajas asociadas a la tecnología blockchain de todo tipo de activos, principalmente financieros —como bonos o acciones— aunque también reales —como los bienes inmobiliarios—.
Stablecoins
Las stablecoins son versiones tokenizadas de monedas gubernamentales como el euro, el dólar estadounidense o la libra esterlina.
El proyecto Libra de Facebook, al menos en sus inicios, consistía en una moneda respaldada por una cesta de monedas gubernamentales.
Su principal virtud es evitar la volatilidad del valor que todas las criptodivisas de nuevo cuño (sin respaldo) están condenadas a sufrir en sus comienzos.
Su principal ventaja es a la vez su principal defecto: su valor va irremisiblemente ligado al valor de las monedas fiduciarias que representan. Si por un uso irresponsable de las políticas monetarias dichas monedas perdiesen su valor, lo mismo sucedería con las stablecoins que las representan.
Observaciones finales
¿No es el dinero más que un artefacto sin valor real en el que todos depositamos nuestra confianza por su conveniencia para almacenar e intercambiar valor? ¿No se implementa principalmente como una serie de registros almacenados en las bases de datos de los bancos que dicen quién tiene cuánto y en las que todos confiamos? ¿Por qué depender de un sistema financiero caro ineficiente y depositar nuestra confianza en un dinero cuyo valor puede verse muy negativamente afectado por las malas actuaciones de gobiernos y bancos centrales irresponsables? ¿Podría haberse contenido el cuasi colapso del sistema financiero en 2008 se se hubiese contado con un sistema que permitiese tener visibilidad completa sobre quién tenía qué derivado financiero y cuál era el colateral disponible en cada momento? ¿Qué ocurre cuando no se necesitan terceros de confianza para realizar transacciones comerciales? ¿Desaparecerán los notarios? ¿Desaparecerán los bancos? ¿Superarán las criptomonedas en algún momento los problemas tecnológicos que impiden su uso masivo como medio de intercambio? ¿Cuál será el rol de los gobiernos ante estas nuevas monedas? ¿Podría aumentar la eficiencia del sistema financiero aún manteniendo las monedas gubernamentales mediante el uso de stablecoins o monedas digitales gestionadas por los bancos centrales?…
Muchas preguntas, pocas respuestas y un futuro apasionante.
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🤹🏻♂️ Misc


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🙏🏻 Gracias por leerme,
Samuel