Hola, soy @samuelgil, Partner en JME Ventures.
Bienvenido a mi newsletter semanal, un lugar donde nos reunimos aquellos que creemos que la tecnología transforma juegos de suma cero en juegos de Suma Positiva.
Hace unas semanas asistí a la presentación del informe sobre el estado del ecosistema deep tech español, un trabajo realizado por la Fundación Rafael del Pino en colaboración con el MIT.
Os comparto algunas de las conclusiones del informe, así como mi propia visión del asunto, con la intención de que, entre todos, contribuyamos a mejorar algo que, directa o indirectamente, nos atañe como sociedad.
Esta edición de Suma Positiva ha sido patrocinada por:
Director de finanzas, CFO, financieros… Cada perfil de LinkedIn dice una cosa, pero todas sus job descriptions están de acuerdo. Hablamos de la persona a cargo de tomar las decisiones financieras más importantes de cualquier empresa. Y en esta newsletter queremos hablar de los retos a los que se están enfrentando en este 2023.
En Pleo hablamos con conocimiento de causa. Porque somos la solución que ayuda a gestionar los gastos de todo tipo de empresas. Una solución para ahorrar tiempo, esfuerzo, dinero e incluso dolores de cabeza a directores y trabajadores. A todos los que tienen que hacer cuentas a final de mes. De hecho, Pleo es la solución para centralizar y gestionar los gastos de empresa en una sola plataforma, permitiendo que los empleados compren todo lo que necesitan para hacer su trabajo y proporcionando total visibilidad a nivel administrativo.
Y aunque también nos gustaría hacer magia y encontrar la fórmula mágica para que los directores financieros hagan frente a este 2023 con todas las respuestas que necesitan, todavía no somos magos. Pero si hemos hecho una investigación y recogido en este e-book gratuito algunas herramientas y recomendaciones. Algún que otro truquito—no de magia—que puede ser de gran ayuda.
Si te interesa, descárgalo gratis aquí.
Estado del ecosistema deep tech español
Seguro que lo primero que algunos de vosotros os preguntaréis es qué es eso de deep tech.
Lo curioso es que nadie, ni los que nos dedicamos a esto, somos capaces de ponernos de acuerdo para definirlo con absoluta precisión. Se trata de uno de esos casos de “I know it when I see it”, que tanto nos gustan por aquí.
Sin entrar en demasiados detalles, una compañía deep tech se suele caracterizar por desarrollar y comercializar productos basados en avances tecnológicos o científicos recientes—producidos frecuentemente en universidades o centros de investigación—para la resolución de problemas importantes para la sociedad.
A diferencia de las compañías que también aplican tecnología pero que innovan principalmente en modelo de negocio (e.g. AirBnB), la ventaja competitiva y defensibilidad de las compañías deep tech (e.g. SpaceX) viene por la dificultad para replicar su propiedad intelectual (tecnología, procesos, etc.), que está además a menudo protegida adicionalmente por patentes.
Las empresas deep tech emplean habitualmente tecnologías exponenciales, con un potencial disruptivo extraordinario en sectores tan importantes como la computación, la energía, la industria o la biología. Estos son algunos ejemplos de este tipo de tecnologías:
Computación cuántica
Inteligencia artificial
Realidad virtual/aumentada
Fabricación aditiva e impresión 3D
Cloud y Edge Computing
Robótica
Electrónica
Internet de las Cosas
Fotónica
Materiales
Nanotecnología
Espacio
Blockchain
Biotecnología
Tecnología médica
El deep tech es inherentemente más complejo que otros tipos de innovación, pues presenta una serie de retos propios:
requiere la cooperación de múltiples agentes, con incentivos—por decirlo suavemente—no siempre perfectamente alineados como universidades, centros de investigación, gobiernos, empresas, emprendedores e inversores
trabajan en la frontera del conocimiento, por lo que tienen un mayor riesgo tecnológico
a menudo desarrollan productos físicos, con procesos productivos pesados y/o requieren pasar por complicados procesos de certificación
Como consecuencia de todo lo anterior son compañías que requieren de más expertise, capital y tiempo que otras para madurar.
Como contrapartida a lo anterior, las compañías deep tech son las que dictan en mayor medida la potencia tecnológica de una sociedad, algo que está íntimamente ligado a la competitividad de su economía, a su posición geopolítica y, en general, a su bienestar. De hecho, una de la frases que aún resuena en mi cabeza semanas después de la presentación fue la que pronunció Lars Frølund, quien vino a decir algo así como:
Si queremos vivir bien, tenemos que invertir en deep tech.
Si queremos que Europa en general y España en particular sigan pintando algo en el mundo más allá de convertirnos en un parque temático para ricos, tenemos que ponernos las pilas. Estados Unidos y China nos llevan muchos cuerpos de ventaja, pero si jugamos bien nuestras cartas aún tenemos mucho que decir en esta carrera. Eso sí, más nos vale que no nos distraigamos con estupideces y nos pongamos todos a ello.
Veamos a continuación cuáles son nuestros principales retos.
Retos
Capital humano
No producimos un número suficiente de personas aptas para emprender en deep tech
A pesar de que España produce científicos y tecnólogos de primer nivel mundial (que tristemente se ven forzados a emigrar en muchos casos), la formación universitaria es excesivamente teórica y está muy desconectada de la resolución de problemas reales de empresas e individuos.
La formación en innovación y emprendimiento en las universidades es casi inexistente. Muchas personas que podrían tener ADN emprendedor ni se lo plantean por puro desconocimiento.
Las oficinas de transferencia tecnológica no tienen ni el conocimiento ni la experiencia adecuada para ayudar a los pocos valientes que se atreven a dar un paso adelante.
Demanda interna
Hay poca demanda interna, privada o pública de deep tech.
El tejido empresarial español está compuesto principalmente por pymes y micro-pymes, poco industriales, poco tecnológicas, muy poco dispuestas a comprar o a invertir en innovación.
El sector público tampoco ayuda demasiado, primando en muchas ocasiones soluciones que vienen del exterior en lugar de apoyar a compañías nacionales, lo cual tendría múltiples externalidades positivas.
Incentivos y cultura
La cultura española es conservadora. No se premia lo suficiente la asunción de riesgos o la innovación. Los fallos tienen un elevado coste social y personal. Se desincentiva la creación de empresas en ámbitos universitarios y científicos.
Desde la universidad se mira mal muchas veces al mundo de la empresa, se cree que la gente que salta de la academia se está “prostituyendo”.
Hay una falta de referentes y de visibilidad del mundo del emprendimiento en todos los ámbitos.
Hay baja colaboración entre los diferentes agentes del ecosistema.
Exceso de burocracia.
Financiación
Hay pocos fondos y poco volumen de inversión destinado a compañías deep tech en todas las etapas y además no tienen la estructura adecuada.
A pesar de que el crecimiento en los últimos años es notable, tan solo se dedica actualmente entre un 15% y un 25% del volumen del total de inversión a proyectos deep tech.
Al sector privado (inversores estratégicos como empresas o financieros como fondos) se les achaca principalmente falta de interés y conocimiento por el deep tech y falta de apetito por el riesgo.
Al sector público se le achaca un exceso de burocracia y programas de financiación que no encajan del todo con las peculiaridades del deep tech.
Permitidme que me extienda algo más en este punto, dada mi posición. A pesar de que con gran orgullo puedo decir que JME Ventures es uno de los fondos españoles que más invierte en deep tech (computación cuántica, espacio, internet de las cosas, impresión 3D, biología computacional, longevidad, inteligencia artificial, blockchain, materiales/energía), debo deciros que no es nada sencillo hacerlo.
Por un lado, la mayor parte de los VCs, tanto españoles como internacionales, tienen alergia al hardware y es extremadamente difícil encontrar financiación en etapas posteriores para este tipo de compañías, algo imprescindible en la carrera de relevos que es la industria del venture capital.
Por otro lado, el modelo actual de fondo de venture capital, consistente en crear vehículos de inversión con vida de ~10 años—tenemos diez años para encontrar, invertir, dejar madurar y desinvertir en 20-30 compañías—con una rentabilidad esperada >= 15% anual, no es el más adecuado para financiar startups deep tech ya que, como hemos mencionado, estos proyectos son más intensivos en capital y requieren más tiempo para despegar que otro tipo de proyectos. Financiar este tipo de proyectos requeriría de fondos más grandes y con vidas más largas que los actuales. Como me decía ayer mi compañero Iván, el cash flow de las compañías deep tech no describe una curva en forma de J, sino que lo hace más bien en forma de U (el “valle de la muerte” es más ancho y profundo).
Cuando me imagino yendo a convencer a un inversor de que en lugar de 10 años vamos a levantar un fondo con un plazo de 15 ó 20 años, me entran sudores fríos. Pensad en qué diríais si os lo pidieran a vosotros, aunque tuvierais mucho dinero.
¿Debería el sector público—dados un posible fallo del mercado y las externalidades positivas asociadas—asumir un rol preponderante en este tipo de inversiones? En parte ya lo hace, con instrumentos como el EIF o Fond-ICO.
Por otro lado, de cara a los inversores privados, creo que los gestores necesitamos mejorar la narrativa en torno al deep tech. ¿No está dispuesta la gente a hacer cierto tipo de sacrificios por invertir en causas que les importan como el impacto social o el clima? Deep tech es impacto y clima on steroids. Deep tech es mejores productos, mejores industrias, más y mejores trabajos (tanto white collar como blue collar), mejores medicinas y tratamientos médicos…Deep tech es hacer posible lo imposible y además a escala.
Otra de las frases de Lars que me se grabaron fue la de que vivimos en un mundo obsesionado con la riqueza en lugar de con el bienestar.
The world is optimized for wealth and not for a great life.
En nuestras modestísimas posibilidades, desde JME Ventures hacemos lo que está en nuestra mano para que el deep tech avance en España, pero estamos dispuestos a hacer mucho más.
Si estás leyendo esto y crees que podemos aportar más de alguna forma, por favor, dínoslo.
Recuerda:
¿Quieres vivir mejor? Tenemos que producir más deep tech.
Gracias por leer Suma Positiva.
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Todos los países líderes en Deep tech/ Hardtech tienen grandes programas de incentivos para que los VCs disminuyan el riego. Por ejemplo en UK hay distintas rutas, una de ellas es el investment partnership aquí una agencia especializada del gobierno invierte el 70% a fondo pedido y el VC el resto, otros programas son 50/50. En USA incluso financian el 100% del proyecto hasta que la tecnología está lo suficientemente madura para que un VC entre, pero en este país hay una condición tienes que tener la nacionalidad Americana o ser residente permanentemente.
Otros donde los países donde residí y que funciona similarmente es Corea del Sur. No hay que descubrir nada solo hay asumir que muchos proyectos no podrán vencer a las leyes físicas.
También ayuda que desde las OTRIs se facilite y potencie el contacto y la interacción entre investigadores y emprendedores, puesto que no todos los científicos tienen por qué querer abandonar su carrera académica para montar una empresa, pero sí pueden estar interesados en que los resultados de su investigación lleguen a la sociedad en forma de productos o servicios de la mano de otros que tengan la motivación y el expertise para hacerlo.