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La segunda de mis previsiones arriesgadas para 2024 era el retorno de un mercado alcista en bitcoin, propiciado por la autorización de los primeros ETFs en EEUU.
Decíamos allá por diciembre:
Llevamos muchos meses escuchando que la SEC—la CNMV americana—podría autorizar la creación de fondos cotizados (ETFs) vinculados a Bitcoin. De producirse esta autorización—y lo sabremos tan pronto como en enero—, es más que razonable pensar que se producirá una gran entrada de dinero institucional buscando diversificación y exposición a esta nueva clase de activo. Eso, unido a la oferta limitada de las criptomonedas, provocaría una subida notable en el precio de Bitcoin y, por arrastre, del resto del mercado crypto.
Esta semana, tras un mes de febrero encadenando subida tras subida, el bitcoin superaba los 63.000 dólares, acercándose a su precio máximo histórico alcanzado en 2021.
Así que, dejándome arrastrar por esta euforia, me apetecía volver a hablar aquí de este pequeño milagro tecnológico y económico que es Bitcoin, del cual ya hemos hablado más de una vez.
Pero en vez de hacerlo yo, me apetecía invitar a alguien que está arrasando a nivel mundial con un libro sobre la materia. Y ese alguien es Álvaro D. María y su libro es La filosofía de Bitcoin (Ediciones Deusto).
Álvaro es Graduado en Derecho y Filosofía por la UCM, universidad en la cual además investiga sobre Filosofía del Derecho antes las nuevas tecnologías y la biotecnología, es Socio de BTC Consulting 360º y conferenciante internacional, habiendo realizado más de 340 entrevistas en los dos últimos años.
Esta edición de Suma Positiva ha sido patrocinada por: Equito
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La Filosofía de Bitcoin
por Álvaro D. María
La Naturaleza de Bitcoin
Bitcoin no es una creación de un día, sino la culminación de más de 20 años de trabajo de los Cypherpunks. Los Cypherpunks son un grupo de personas que se preocupaban y ocupaban por la privacidad en el ámbito digital, y que serán estudiados en el futuro como hoy lo son los pensadores del Renacimiento.
En el ámbito digital históricamente hemos tenido el problema de que carecemos de privacidad por defecto. La privacidad la definían como la posibilidad de revelarse selectivamente, de dar la información sólo si tú quieres. Por ejemplo, al pagar con un billete en una tienda o al dar una nota en mano mantenemos nuestra privacidad, porque no tenemos por qué dar más información de la que queramos, ni ningún tercero acceder a nuestra información sin nuestro permiso. Esto sin embargo en el mundo digital tiene problemas, porque siempre tenemos un proveedor del servicio que actúa como intermediario y que por ello puede acceder al contenido de un correo electrónico o saber qué, a quién y cuándo he realizado una compra. Por defecto, en Internet, carecemos de privacidad. Y eso fue lo primero que intentaron resolver los Cypherpunks creando un remailer anónimo sin un proveedor de servicio.
Pronto, empezaron a ver las posibilidades de hacer un efectivo electrónico, que al igual que el billete, nos permitiese hacer pagos aprovechando las ventajas del mundo digital pero sin perder la privacidad. Para ello se encontraron con dos problemas centrales: el problema del doble gasto y el problema del tercero de confianza.
En el mundo digital todo son conjuntos de datos, por lo que son muy fáciles de replicar sin apenas coste. Si yo tengo una imagen de WhatsApp se la puedo reenviar a todos mis contactos sin dificultad. Sin embargo, ésto, para algo que quiera ser un activo económico es muy problemático, porque por muy valioso que sea algo—como el aire que respiramos—si no es escaso no es economizable. Imaginemos que al igual que con esa imagen de WhatsApp yo pudiese enviar mis cien unidades monetarias a todos mis contactos. Este es el problema del doble gasto, básicamente que en el ámbito digital todos podríamos tener una “impresora de billetes”.
Esto dio lugar al segundo problema. Para economizarlo, introducimos un tercero de confianza que haga artificialmente escaso ese conjunto de datos, y así ya podemos sacar rendimiento económico. Por ejemplo, la música también son conjuntos de datos, pero Spotify pone barreras de entrada y dificultades para compartirla de tal modo que puede economizarlos. Lo mismo hacen nuestros bancos con nuestro dinero. Ahora bien, si hay un tercero que provee ese servicio, nos vemos sometidos a sus normas, perdemos la privacidad, puede censurarnos, está sometido a la voluntad de los Estados, puede quebrar, puede no cumplir con sus obligaciones, y tantas otras cosas.
Pues bien, tras varios intentos, los Cypherpunks consiguieron resolver estos dos problemas dando lugar a Bitcoin.
De este modo, podemos entender Bitcoin como el primer activo real nativo de Internet, por resolver los problemas del doble gasto y del tercero de confianza. Además, sus propiedades no son del código, sino que son propiedades emergentes del sistema de incentivos que ha diseñado una vez ha alcanzado cierta escala. Por eso, a pesar de ser software libre, no es replicable.
Es un activo real porque no está emitido por ninguna entidad, y eso le convierte en el primer—y, hasta la fecha, único—activo real digital. Las criptomonedas y criptoactivos todas tienen un emisor, por lo que mientras que bitcoin es una commodity, el resto son securities, y por ello sus naturalezas son radicalmente distintas.
Pues bien, llegados a este punto, tenemos que distinguir Bitcoin de bitcoin. Con mayúsculas se refiere a la red de Bitcoin, a un sistema de incentivos que incluye a mineros, nodos y al protocolo que en la práctica actúa como un registro de la propiedad global descentralizado, sin que nadie centralizadamente lo controle. Esto crea un registro de la propiedad global incensurable, accesible a cualquiera, permissionless e inmutable. Con minúsculas hace referencia al token o activo que se intercambia en ese registro de la propiedad y que tiene unas propiedades muy concretas: es escaso (21 millones de unidades), es divisible (hasta la cienmillonésima parte), no se deteriora, es costoso de crear (mediante el Proof of Work), no tiene deterioro, su control depende de una gestión de claves, no es consumible, tiene un calendario de emisión determinístico y conocido de antemano, es fácil de almacenar y tiene pocos costes de custodia, es fácil de verificar y sus transacciones son inmutables. Una especie de oro digital, pero más escaso, más portátil, más fácil de dividir, de verificar, de enviar, etc.
De este modo, tenemos un activo real digital que se puede poseer y transmitir sin depender de terceros de forma segura. Y de esa manera encaja muy bien con la predicción que hizo Hayek en una entrevista en 1984:
“No creo que volvamos a tener un buen dinero hasta que se lo quitemos al gobierno de las manos, es decir, no podemos quitárselo violentamente, todo lo que podemos hacer es introducirlo astutamente de tal forma que no lo puedan parar”.
Redefinición del Derecho de Propiedad
Las implicaciones de crear un registro de la propiedad global que no depende de terceros con un activo real digital nativo van más allá de lo que en un principio pudiera parecer.
Bitcoin hace depender el control de este activo del conocimiento de unas claves derivadas de un conjunto de palabras. Esto parece poco intuitivo, pero en la práctica es como un certificado electrónico y unas palabras de contraseña que son nuestro backup. Al hacerlo de este modo, tenemos la primera propiedad absoluta de la historia, porque al hacer depender la propiedad únicamente del conocimiento de la clave, te permite, si lo haces de manera privada, mantener el control total sobre el activo al punto de impedir su confiscabilidad.
Por poner un par de ejemplos. Una mujer en Irán puede recibir pagos en Bitcoin y autocustodiarlo sin que nadie se lo pueda impedir e incluso sin que nadie lo sepa. Un padre puede dejar una herencia a sus hijos en Bitcoin simplemente transmitiéndoles un conjunto de palabras a su muerte. Da igual los importes de los que hablemos. Y nadie tendría por qué saber nada. ¡Y esto lleva siendo así más de 10 años!
La propiedad que nos da Bitcoin no se parece a ninguna otra. El resto parecen usufructos, concesiones del Estado. Es como si hubiésemos estado comiendo pienso toda la vida y de repente probásemos un chuletón. No hay vuelta atrás.
Las Tres Propuestas de Valor de Bitcoin
Bitcoin a mi juicio tiene tres propuestas de valor, dos principales y una residual. Y por residual no quiero decir menos importante, sino que le da menos valor económico.
La primera propuesta de valor es la de tener un activo al portador secreto, portátil e inconfiscable. No hemos tenido ninguna propiedad similar. Todo lo del mundo físico puede ser confiscado, pero en el ciberespacio los Estados no tienen soberanía, por lo que es un tipo de propiedad que no te pueden arrebatar.
La segunda propuesta de valor es la de aparcar riqueza. Nos comemos la cabeza en nuestras vidas para transmitir valor en el tiempo. Tenemos excedentes de producción hoy pero por la inflación culpa de los Estados y los Bancos centrales nuestra riqueza se diluye en nuestras manos. Hemos sobredimensionado los mercados financieros para ser capaces de tener algo en el futuro: deuda pública, acciones, bienes inmuebles, fondos de inversión, fondos de pensiones, etc. No sabemos el valor futuro de estos bienes, sin embargo, aparcamos riqueza en ellos con la expectativa de que en el futuro nos permitan tener poder adquisitivo. Bitcoin es un vehículo de ahorro más aerodinámico que el resto, reduce enormemente los costes de transacción (en términos de R. Coase) para transportar valor en el tiempo: no hay intermediarios, no tiene riesgo de dilución porque la oferta es fija, es divisible, es transportable, tiene pocos costes de custodia y mantenimiento, no tiene riesgo de contrapartida, ni de redenominación, ni riesgos regulatorios. Eso lo convierte en un excelente vehículo de ahorro intertemporal. Es el activo que más se ha revalorizado de la historia. Y los mercados empiezan a entenderlo.
Por último, la tercera propuesta de valor es realizar pagos incensurables, privados y en ocasiones menos costosos que sus alternativas.
Contra Qué Compite Bitcoin
Esto significa que Bitcoin no es tanto una alternativa al dinero fiduciario (también llamado popularmente dinero fiat) y a los bancos centrales sino más bien una alternativa a los vehículos de ahorro, a aquello que utilizamos como depósito de valor (bienes inmuebles, oro, arte, acciones de empresas consolidadas, deuda pública a largo plazo, fondos de inversión, etc.). Ahora bien, requiere hacer los deberes con el activo para saber qué vehículo de inversión es más adecuado o para saber hacer una autocustodia con privacidad, y ser solvente para aguantar su volatilidad adecuadamente.
Y sí, Bitcoin es inherentemente volátil (F. Nieto), porque una oferta determinística con una demanda que no es estable solo se puede ajustar vía precio.
Bitcoin y los Estados
Suelo comparar Bitcoin con la pólvora, porque al igual que un polvito negro acabó destruyendo las murallas y los ejércitos de caballería que protegían las ciudades medievales, Bitcoin—esta propiedad absoluta—transformará profundamente eso que llamamos Estado. Y esto es algo que vio el propio teólogo del Estado Hobbes:
“Una quinta doctrina que tiende a la disolución de un Estado es que cada individuo particular tiene absoluta propiedad de sus bienes, hasta el punto de excluir el derecho del soberano. Todo hombre, efectivamente, tiene una propiedad que excluye el derecho de todos los demás súbditos. Mas si disfruta de esa propiedad, ello es gracias al derecho a poseer la misma cosa. Pero si también se excluye el derecho del soberano, entonces no puede éste desempeñar la función que le han asignado, a saber, defender a los súbditos de los enemigos extranjeros y de las injurias entre los mismos súbditos, con lo cual el Estado desaparece.”
El Leviatán, Thomas Hobbes
A medida que Bitcoin vaya desplazando la riqueza de los bienes tradicionales vinculados y sometidos al control estatal iremos transicionando a una nueva era. Al igual que la pólvora y la imprenta provocaron la transición de la Edad Media a la Edad Moderna, Bitcoin e Internet provocarán la transición de la Era Industrial a la Era de la Información, como ya vieron los Cypherpunks a finales del siglo pasado:
“Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. Tampoco ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos.
Declaro el espacio social global que estamos construyendo independiente por naturaleza de las tiranías que estáis buscando imponernos. No tenéis ningún derecho moral a gobernarnos ni poseéis métodos para hacernos cumplir vuestra ley que debamos temer verdaderamente.
Los gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los que son gobernados. No habéis pedido ni recibido el nuestro. Tampoco os hemos invitado.
No nos conocéis, ni conocéis nuestro mundo. El Ciberespacio no se halla dentro de vuestras fronteras. No penséis que podéis construirlo, como si fuera un proyecto público de construcción. No podéis. Es un acto natural que crece de nuestras acciones colectivas.
No os habéis unido a nuestra gran conversación colectiva, ni creasteis la riqueza de nuestros mercados. No conocéis nuestra cultura, nuestra ética, o los códigos no escritos que ya proporcionan a nuestra sociedad más orden que el que podría obtenerse por cualquiera de vuestras imposiciones.
Proclamáis que hay problemas entre nosotros que necesitáis resolver. Usáis esto como una excusa para invadir nuestros límites. Muchos de estos problemas no existen. Donde haya verdaderos conflictos, donde haya errores, los identificaremos y resolveremos por nuestros propios medios. Estamos creando nuestro propio Contrato Social. Esta autoridad se creará según las condiciones de nuestro mundo, no del vuestro. Nuestro mundo es diferente. El Ciberespacio está formado por transacciones, relaciones, y pensamiento en sí mismo, que se extiende como una quieta ola en la telaraña de nuestras comunicaciones.
Vuestros conceptos legales sobre propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto no se aplican a nosotros.
Os atemorizan vuestros propios hijos, ya que ellos son nativos en un mundo donde vosotros siempre seréis inmigrantes. Como les teméis, encomendáis a vuestra burocracia las responsabilidades paternas a las que cobardemente no podéis enfrentaros. En nuestro mundo, todos los sentimientos y expresiones de humanidad, de las más viles a las más angelicales, son parte de un todo único, la conversación global de bits. No podemos separar el aire que asfixia de aquel sobre el que las alas baten.
En China, Alemania, Francia, Rusia, Singapur, Italia y los Estados Unidos estáis intentando rechazar el virus de la libertad erigiendo puestos de guardia en las fronteras del Ciberespacio. Puede que impidan el contagio durante un pequeño tiempo, pero no funcionarán en un mundo que pronto será cubierto por los medios que transmiten bits.
Vuestras cada vez más obsoletas industrias de la información se perpetuarían a sí mismas proponiendo leyes, en América y en cualquier parte, que reclamen su posesión de la palabra por todo el mundo. Estas leyes declararían que las ideas son otro producto industrial, menos noble que el hierro oxidado. En nuestro mundo, sea lo que sea lo que la mente humana pueda crear puede ser reproducido y distribuido infinitamente sin ningún coste. El trasvase global de pensamiento ya no necesita ser realizado por vuestras fábricas.
Debemos declarar nuestros “yo” virtuales inmunes a vuestra soberanía. Nos extenderemos a través del planeta para que nadie pueda encarcelar nuestros pensamientos.
Crearemos una civilización que sea más humana y hermosa que el mundo que vuestros gobiernos han creado antes”.
Declaración de Independencia del Ciberespacio, 1996, John Perry Barlow en Davos
Gracias por leer Suma Positiva.
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Muy interesante el artículo. Más allá de los que pase en unos años en BTC, creo que invertir en esta criptomoneda compensa sus riesgos (igual se multiplica x10 en unos años o se va a cero). Pero lo que puedes llegar a ganar en mucho más de los que puedes llegar a perder.
Además, la filosofía del BTC y su funcionamiento como oferta limitada de BTC que los estados no pueden manipular hace que sea más atractivo.
Buenísimo artículo
Yo añadiría para dejarlo claro, que Bitcoin y su filosofía nos permite por primera vez en la historia crear patrimonio Pseudónimo
Básicamente la Economía Pseudónima es aquella interacción entre individuos y organizaciones que permite el intercambio de productos y servicios sin identificar la identidad de las personas que los realizan.
https://www.gonzaloruizutrilla.com/p/persona-mas-rica-mundo-pseudonima