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Gracias, Charlie
El pasado martes fallecía a tan sólo unos días de cumplir 100 años Charlie Munger, y con él moría un poquito de mí.
Las muestras de cariño hacia su persona no han dejado de sucederse desde que se conoció la fatal noticia y es que, cómo el mismo decía, “no hay mejor forma de conseguir algo en la vida que merecerlo”.
Es responsabilidad de cada uno elegir con cuidado a sus héroes, porque aún sin llegar a conocerlos personalmente, pueden llegar a influirnos tremendamente.
Gracias a Charlie descubrí que la inversión es la profesión definitiva para las mentes curiosas y los generalistas, pues requiere de ir construyendo y refinando continuamente un modelo mental de cómo funciona el mundo y, en especial, las personas, sus sesgos y sus incentivos.
Para Charlie, que estudió ampliamente tanto las ciencias naturales como las sociales, las “grandes ideas” no son tantas y las artificiales disciplinas en las que dividimos el conocimiento no son más que ángulos diferentes desde los cuales observar una realidad única. La polimatía es el camino a la sabiduría y la lectura voraz—hasta el punto de que tus hijos te conozcan como “un libro con patas”—es la mejor forma de recorrer este camino. Charlie nos interpela a ser learning machines, algo que no estoy seguro que Chema Nieto conociera cuando se refirió a mi de esa forma hace unos meses y que tanta ilusión me hizo.
Asimismo, Charlie nos alertó continuamente de la presencia de un temible enemigo al que todos nos hemos de enfrentar continuamente: las trampas mentales en las que caemos a la hora de tomar decisiones.
En definitiva, cuanto mejor sea tu modelo del mundo y más racional seas a la hora de tomar decisiones, mejores serán tus inversiones.
Otra de las grandes lecciones que saco de la vida de Munger es la de construir una forma de vida que te permita explotar tus fortalezas y, sobre todo, ser coherente el mayor tiempo posible con tu forma de ser profunda y verdadera.
Y por último, destacar que siempre destacó por su optimismo y estoicismo aún en las peores circunstancias. Aquí una muestra, cortesía de George Mack:
Mi historia favorita de Charlie Munger:
En 1953, Munger tenía 29 años. Estaba recién divorciado. Perdió la casa. El divorcio suponía un gran estigma social por aquel entonces. Su hijo de 8 años, Teddy, fue diagnosticado con cáncer. Un tipo de leucemia incurable. Charlie visitaba a Teddy en el hospital todos los días, y luego caminaba por las calles llorando. Teddy murió a la edad de 9 años. Sin seguro médico, Charlie corrió con todos los gastos.
Charlie estaba en bancarrota, divorciado y acababa de perder a su hijo. El 99,9% de las personas habrían recurrido al alcohol, las drogas o al suicidio (y se entendería por qué). Munger nunca lo hizo.
A los 52 años, una cirugía fallida lo dejó ciego de un ojo con la posibilidad de quedarse completamente ciego algún día. Charlie era un aprendiz obsesivo que leía cada libro que podía conseguir. Cuando se enfrentó a la posibilidad de quedarse ciego y no poder leer más, dijo:
“¡Es hora de aprender braille!”
Lo único que podría ser más impresionante que su intelecto eran sus acciones.
A la hora de escribir este pequeño homenaje al maestro pedí públicamente si alguien quería contribuir compartiendo qué supuso Charlie para él. Os dejo a continuación la reflexiones de algunos amigos que se han prestado a ello:
Dice Pablo Martínez Bernal (que también escribió el obituario para Expansión):
Munger era un genio que afortunadamente compartió la mayoría de sus reflexiones e ideas más importantes. Y como buen polímata, lo hizo sobre una amplia variedad de disciplinas. En el mundo hiperespecializado en el que vivimos, es un soplo de aire fresco comprobar cómo, con dedicación y curiosidad, podemos tener tanta profundidad de conocimiento en materias como la economía, la psicología, la física, la historia o la filosofía.
Como todo genio, su claridad y agilidad mental, así como su capacidad de síntesis, llamaban poderosamente la atención. Munger era capaz de resumir en una sola frase algo que a Buffett—que también es un genio—le llevaba un párrafo.
Nuestra sociedad está falta de ejemplaridad virtuosa, los referentes que tiene la juventud cojean por todas partes y es fundamental para preservar nuestro modo de vida occidental volver a un nuevo Renacimiento. Munger ejemplificó con su vida y practicó el estoicismo, la disciplina del trabajo duro y cumplir con excelencia con sus obligaciones, vivir con frugalidad, compartir tus enseñanzas con otros, aprender como una obligación moral, vigilar nuestra reputación en cada acción en sociedad y en definitiva merecer una vida de éxito y prosperidad.
Titanes de la talla de Munger nos han mostrado el camino. Es nuestro deber moral seguir ese camino.
Dice
:Charlie Munger es uno de esos buenos maestros que quieres descubrir cuanto antes. Aprovechando este homenaje en Suma Positiva, voy a compartir algunas de las ideas de este gran pensador.
De Munger aprendí los modelos mentales, esas simplificaciones útiles de la realidad que nos permiten navegar la complejidad.
De Munger aprendí que si quieres ser un buen pensador tienes que ser capaz de saltar entre disciplinas. No importa en qué campo del saber se encuentre la solución al problema que tienes entre manos, importa resolverlo.
De Munger aprendí que para resolver los problemas, a veces es mejor darles la vuelta. En lugar de buscar el éxito, evitar el fracaso. En lugar de buscar la genialidad, evitar la estupidez.
De Munger aprendí que hay muchas formas en las que nuestro cerebro nos engaña y nos juega malas pasadas.
De Munger aprendí el poder de los incentivos, que detrás de muchos problemas no hay un villano sino un sistema de incentivos perversos.
De Munger aprendí que no necesitas complicar las cosas, que basta con que cogas una idea simple y te la tomes en serio.
De Munger aprendí que la sabiduría es una obligación moral, que tienes que aprovechar la oportunidad diaria de poder acostarte más sabio de lo que te despertaste porque nunca sabes si podrías ser la última.
Descansa en paz, Charlie.
No quiero ni imaginar cómo va a ser la próxima carta de Warren Buffett a los accionistas de Berkshire Hathaway. Charlie es el responsable de reorientar a Buffett del value investing más ortodoxo (anteponer el precio del negocio a su calidad) a la inversión en calidad (anteponer la calidad al precio). Ya en la carta de 2022 decía esto de su inseparable amigo y socio:
No hay nada mejor que tener un gran socio.
Charlie y yo pensamos casi igual. Pero lo que a mí me lleva una página explicar, él lo resume en una frase. Además, su versión está siempre mejor razonada y expresada más artísticamente (o bruscamente para algunos).
Dejo a continuación algunas de sus reflexiones, muchas de ellas extraídas de un podcast muy reciente:
El mundo está lleno de inversores tontos, y no les irá tan bien como al inversor paciente.
Si no ves el mundo tal como es, es como juzgar algo a través de una lente distorsionada.
Todo lo que quiero saber es dónde voy a morir, para nunca ir allí. Y un pensamiento relacionado: al principio, escribe el obituario que deseas y luego compórtate en consecuencia.
Si no te importa si eres racional o no, no trabajarás en ello. Entonces seguirás siendo irracional y obtendrás malos resultados.
La paciencia se puede aprender. Tener un largo período de atención y la capacidad de concentrarse en algo durante mucho tiempo es una gran ventaja.
Puedes aprender mucho de la gente muerta. Lee sobre los fallecidos que admiras y detestas.
No remes en un bote hundiéndose si puedes nadar hacia uno que esté flotando.
Una gran empresa sigue funcionando después de que tú no estés; una empresa mediocre no lo hará.
Warren y yo no nos enfocamos en lo mejor del mercado. Buscamos buenas inversiones a largo plazo y las mantenemos obstinadamente por mucho tiempo.
Ben Graham dijo: “Día a día, la bolsa es una máquina de votar; a largo plazo es una máquina de pesar”. Si sigues haciendo algo que aporte valor, entonces alguna persona sabia lo notará y comenzará a comprar.
No existe tal cosa como una inversión 100% segura. Por lo tanto, el uso de apalancamiento es peligroso. Una serie de números maravillosos multiplicados por cero siempre será cero. No cuentes con enriquecerte dos veces.
Sin embargo, no necesitas poseer muchas cosas para enriquecerte.
Tienes que seguir aprendiendo si quieres convertirte en un gran inversor. Cuando el mundo cambia, tú debes cambiar.
Warren y yo odiamos las acciones ferroviarias durante décadas, pero el mundo cambió y finalmente el país tenía cuatro ferrocarriles enormes de vital importancia para la economía estadounidense. Tardamos en reconocer el cambio, pero mejor tarde que nunca.
Por último, añadiré dos frases cortas de Charlie que han sido decisivas a la hora de tomar una decisión: “Warren, piénsalo más. Tú eres inteligente y yo tengo razón”.
Y así podría seguir más y más. Nunca tengo una llamada telefónica con Charlie sin aprender algo. Y, mientras me hace pensar, también me hace reír.
Añadiré a la lista de Charlie una de mi cosecha: encuentra un socio de alto calibre, gran inteligencia y a ser posible ligeramente mayor que tú y escucha siempre con mucha atención lo que dice.
Charlie se lamentaba en la última entrevista que dio a la televisión americana de no haber pescado cuando era más joven y las fuerzas le acompañaban—a los 99 se sentía mucho más débil que a los 96, decía—un atún de 200 libras, al igual que yo me arrepiento ahora de no haber hecho cuando pude la peregrinación a Omaha a escuchar en persona su “no tengo nada que añadir” a los comentarios de Warren.
Charlie, espero que allá donde estés puedas por fin pescar ese atún.
Gracias por todo.
Descansa en paz.
Si alguien quiere profundizar en la obra de Munger, dejo aquí algunos must-listen/read/watch:
Gracias por leer Suma Positiva.
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RIP Mr. Munger
Otra gran lectura es ‘La Universidad de Berkshire Hadaway’. Es como un time lapse de sus reuniones anuales en Omaha y es muy interesante ver la evolución a lo largo del tiempo.
Sin duda se ha ido una de las personas más virtuosas en la integracion teórica del conocimiento y su puesta en práctica y ejecución. Se va un referente clave pero que ha dejado un legado de pura bondad, alegría, pensamiento crítico y claves para realmente triunfar en la vida de verdad.