Hola, soy Samuel Gil.
Esto es Suma Positiva, una publicación semanal sobre tecnología, negocios y humanos.
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La edición de Suma Positiva de hoy viene a cargo de Elena Madrigal.
Como todas las colaboraciones que hago, el tema que trataremos responde a una inquietud o curiosidad personal que aprovecho para compartir con vosotros, de la mano de la mejor persona que conozco relacionada con el tema en cuestión.
¿Y cuál es ese tema? Hoy nos vamos a meter en buen jardín. El de cómo organizar mejor la información útil que nos vamos encontrando, de forma que podamos acceder a ella y emplearla de la forma más útil posible.
Los que lleváis más tiempo por aquí os daréis cuenta de que no es una inquietud nueva. Hace tiempo os hablé de cultivar conocimiento con Roam. Pero, como veréis, el tema da para muchísimo más.
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Esta edición de Suma Positiva ha sido patrocinada por: Zenital
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Jardines Digitales contra la SobreInformación
por Elena Madrigal
“I want to challenge us all to have greater ambitions for the web. I want the web to reflect our hopes and fulfill our dreams, rather than magnify our fears and deepen our divisions.”
Tim Berners Lee (inventor de la World Wide Web)
Todo lo que hacemos, todo lo que somos, viene marcado por nuestra relación con la información.
Existimos en medio de ella.
Y esto incluye todo aquello que captan nuestros sentidos, ahora aumentado de manera exponencial por una explosión de contenido que no hace más que crecer a cada minuto que pasa.
Hay tanta información, se produce y se trasmite a tanta velocidad, que incluso se ha convertido en un arma.
No sólo en una amenaza para nuestra capacidad de concentración o de tomar decisiones, sino en un elemento de manipulación y coacción en guerras, en crisis políticas, en nuestro día a día.
Al mismo tiempo, la historia de la humanidad está vinculada a los jardines.
Espacios cuyo significado ha ido cambiando a lo largo de los siglos, pero que siempre han sido considerados un espejo de la sociedad, un microcosmos, un escenario en el que podemos ser testigos de la relación entre naturaleza y cultura.
Desde hace unos años, los jardines también son una metáfora de la web.
De cómo nos movemos por ella, primero, y cómo elegimos estar en ella después.
Como respuesta a la sobre-información, un «Jardín Digital» es un escudo, un santuario cognitivo que creamos nosotras mismas, combinando tecnología y ethos.
Que existe, en primer lugar, para nosotras. Pero que a la vez nos ayuda a crear valor para el mundo.
En este artículo, quiero contarte qué es un Jardín Digital, de dónde sale esta idea y de su relevancia hoy en día.
Hablaremos del jardín como pieza arquitectónica dentro de la web, pero también como espacio donde cultivar conocimiento.
Por último, te daré algunas ideas para empezar a crear uno (spoiler: las herramientas son la parte más fácil)
Eso sí. Para entender en su totalidad el concepto y sus implicaciones, inevitablemente antes hay que hablar de información.
Infoxicación
“Information is what our world runs on: the blood and the fuel, the vital principle.”
James Gleick
El término «información» tiene sus raíces en el latín.
informare; formar materia. La conformación o modelado de la mente o el carácter, la transmisión de conocimiento instructivo.
Esta definición se ha mantenido así desde el s. XIV hasta la 2ª Guerra Mundial, cuando pasó a llamarse “información” a todo aquello que fuera trasmitido por un canal electrónico o mecánico, tuviera o no como objetivo informar y tuviera o no sentido para el receptor.
La definición tan libre del término ha hecho que se haya usado de manera igualmente libre, y se ha convertido en una de las palabras más importantes de nuestro siglo, la sustancia de nuestro trabajo y nuestras vidas.
Cuando hable de información aquí, la mayoría de las veces no me estaré refiriendo a su acepción original, aquello que activamente buscamos e interpretamos para llegar a conocer algo.
Sino a todo lo que nos rodea; cualquier tipo de input, de estímulo visual o auditivo que llega a nosotras y que tiene un efecto en nuestros cerebros. Nos sea relevante o no.
Hago este matiz con un doble objetivo.
Para que me vayas siguiendo el hilo pero, sobre todo, para ir poniendo encima de la mesa dos cosas.
La primera, que vivimos en información.
La segunda es un problema, y está relacionado con cómo interactuamos con ella hoy en día.
Y es que creemos que nos estamos informando—que estamos convirtiendo estímulos en algo con sentido—cuando en realidad lo que hacemos es recibir cantidades ingentes de datos.
Datos que, a no ser que puedan interpretarse para dar forma a algo, no tienen valor por sí mismos.
La cantidad de información que se produce y distribuye cada día supera con creces nuestra capacidad para procesarla, dejándonos en un déficit permanente de verdadero entendimiento.
Este fenómeno ha venido a llamarse en los últimos años infoxicación.
La incapacidad de tomar decisiones, no por falta de información, sino precisamente por su exceso.
No estamos colmados de información, vivimos en ella.
Y, a la vez, nos ahogamos en ruido.
Jardines de hipertexto
“In the last decade, technology has transformed from a tool that we use to a place where we live. If we’re setting out to change the character of technology in our lives, we’d be wise to learn from the character of places.”
Frank Chimero
El concepto de Jardín Digital hoy en día se refiere a un espacio personal en la web a medio camino entre el blog y las redes sociales.
Ha resurgido con fuerza en los últimos años no sólo como respuesta a esa infoxicación y falta de control sobre lo que escribimos y leemos en la web, sino también porque—como veremos más adelante—ahora la tecnología nos pone más fácil crear esos espacios.
Pero, en realidad, la metáfora del jardín se ha usado desde hace años para referirse al hipertexto.
En 1998, cuando internet no llevaba ni 10 años en los hogares y al alcance de todos, Mark Bernstein creó Hypertext Gardens, un proyecto web que todavía puedes admirar aquí y con el que intentaba resolver la teoría que en aquella época se conocía como "The Navigation Problem"1.
Esta hipótesis planteaba que los usuarios y usuarias de la web, la gente que tenía que moverse por ella, se perdía en el mar de enlaces a su disposición; no eran capaces de navegar por internet de una manera natural debido a la estructura laberíntica del mismo.
En el contenido de las páginas establecía los paralelismos entre el hipertexto y un jardín, sugiriendo que—así como un jardín está pensando para que se pueda pasear por él y ser disfrutado—un entorno digital debería estar diseñado para mantener y guiar la atención del lector.
Basta con darse un paseo por la web para ver que la metáfora del jardín no es sólo temática, sino estructural; la información está dispuesta para incitar a la exploración, a pasar tiempo dentro.
“In a hypertext, as in a garden, it is the artful combination of regularity and irregularity that awakens interest and maintains attention.”
La visión de Bernstein planteaba que la solución contra el exceso de información no era tanto reducir las opciones para acceder a ella, como había llegado a proponerse, sino diseñar una arquitectura mejor a su alrededor; caminos que guiaran a las personas por ella, que invitaran a la pausa, a la reflexión, a estar con el contenido en vez de simplemente entrar, echar un vistazo rápido y salir.
La solución no está tanto en cortar el flujo de información, sino en saber cuál es la que merece nuestra atención.
Ese proyecto ahora mismo es casi una pieza de memorabilia en los anales e internet, pero es interesante tener presente la perspectiva de su autor y su sensibilidad hacia el diseño de un medio en el que, al fin y al cabo, pasamos una parte importante de nuestras vidas.
Bernstein bebió de disciplinas como la literatura, la teoría narrativa, la arquitectura y el diseño de paisajes, poniendo encima de la mesa que los entornos digitales han de ser diseñados y construidos con intención; pensando en las necesidades y contextos de las personas que entrarán en ellos, igual que hacemos con los espacios físicos.
Pero no es esta aproximación a la web la que despertó el interés por la jardinería digital, sino que harían falta más años para resurgir de nuevo el concepto.
Contra la Corriente
Fue Mike Caufield quien, en 2015, sentó los cimientos del término «Jardín Digital», dándole el significado que le damos ahora.
Esta vez no se centraría tanto en la estructura y la navegabilidad de la información, sino que enmarcaría el Jardín como un esfuerzo personal y colectivo dentro del mundo de la Gestión del Conocimiento.
Como una manera de experimentar la web opuesta a cómo lo hacemos ahora.
Lo hizo en una charla llamada, precisamente, The Garden and the Stream: a Technopastoral, en referencia a los dos modos de entender los entornos de información digital en los que nos movemos.
Como una Corriente o un Jardín.
La web como una Corriente es la interfaz digital a la que estamos más acostumbradas hoy en día.
Ese río bravo de notificaciones, reels, comentarios, tweets. Uno detrás de otro, todos colapsados en una sola linea temporal de eventos con nuestra propia experiencia en el centro.
Un entorno que ha sido diseñado para nosotras, según nuestros supuestos gustos, intereses, pero que nos impone un sólo camino, el del scroll infinito.
Cada vez que abrimos Twitter, TikTok o Instagram, estamos cayendo de cabeza en una corriente de hechos, de titulares rápidos, sin contexto.
Para entender un comentario que aparece en nuestro feed, tenemos que hacer el esfuerzo consciente de trazar su origen; saber a quién responde, en qué circunstancias.
Para conocer el contexto de algo tenemos que reconstruir el flujo entero.
No siempre se puede—hay redes y plataformas que directamente no permiten esta reconstrucción—y, sobre todo, no siempre se quiere.
Porque es un entorno cuidadosamente diseñado para que nos quedemos en lo conocido, en nuestra burbuja.
La interacción con la información en este tipo de entornos es la de la reafirmación sin pensar, pisar un argumento con otro.
Reenvíar algo por Whatsapp sin saber de dónde sale. El dedo en el RT sin preguntarse qué hay por detrás.
Formamos un modelo de la realidad construido en base a piezas de información puestas unas encima de otras como ladrillos inamovibles.
Muy diferente de esos jardines de hipertexto de años atrás, donde cada persona con unos mínimos conocimientos de HTML y CSS podía crear su propio rincón en internet y decorarlo a su gusto, ordenando cada página a voluntad y diseñando cada esquina.
Blogging killed the quirky web
Y es que internet no siempre fue como lo conocemos ahora.
Para más contexto sobre cuando la web pasó de ser rara y salvaje (en el buen sentido) a la rígida y sintética web actual, recomiendo leer este post.
En el se explica como pasamos de la época de la Quirky Web a la Boring Web; de las homepages a los weblogs (un modelo de publicación fijado en el orden de publicación), y cómo eso mató la diversidad y la unicidad que caracterizaba a los sitios desarrollados a mano.
La gente dejó de diseñar sus propios jardines para que las plataformas diseñaran por ellos espacios mucho más rígidos.
Suddenly people weren’t creating homepages or even web pages... they were writing web content in form fields and text areas inside a web page.
Y los blogs fueron sólo el principio.
Años más tarde, las plataformas sociales como Facebook o Twitter copiarían ese modelo de página personal + feed cronológico, restringiendo aún más la libertad creativa y expresiva para condensarla en un «¿Qué estás haciendo?».
Ya no descubrimos páginas personales, seguimos a "perfiles" y sus actualizaciones se van agregando a un único feed ordenado.
Estar en la red ahora supone que ese feed se haya convertido en todo nuestro contexto, en el espacio en el que interactuamos con otras personas, donde compartimos lo que pensamos, nos respondemos unos a otros, en un modelo conversacional que no sólo no permite la asociación libre de ideas, sino que son entornos cada vez más diseñados para que no puedas salir de esa burbuja y explorar otras perspectivas.
Ahora, el orden cronológico ha sido sustituido por el orden algorítmico; resurgiendo el contenido no por fecha de publicación, sino por popularidad o interacciones esperadas.
Cada vez tenemos menos control sobre lo que vemos, sobre dónde ponemos la atención, o sobre a dónde va a parar aquello que ponemos ahí fuera y cómo lo trasmitimos.
Y cada vez tenemos menos espacio para la reflexión. Para detenernos y considerar aquello que leemos, cuestionarlo.
Esa idea del Jardín de hipertexto diseñado para pasar tiempo en él, disfrutando de sus rincones, paseando por las ideas, ha sido sustituida por la realidad de la Corriente; una red compuesta por enlaces compartidos uno detrás de otro, en vez de por conexiones generativa de ideas.
Cuanto más nos acostumbramos a disponer de la información así, como si fueran platos de sushi en una cinta transportadora, una pieza detrás de otra, todas ellas aisladas de contexto, mezcladas entre ellas según han sido dispuestas por unas líneas de código, más nos cuesta ver los patrones y las relaciones.
Y las conexiones son las que nos ayudan a dar significado a las cosas, a convertir ese conjunto de inputs en algo con sentido.
Cuánto más tiempo pasamos en la corriente, menos oportunidades tenemos para formar conocimiento a partir de la información que recibimos.
Pero existe una alternativa.
Una mentalidad distinta, una manera de estar y participar en internet viéndolo como se pensó en su día2, como una biblioteca.
Un espacio para pensar, en privado, para luego poder compartir el resultado de nuestras reflexiones en público.
Esa alternativa es el Jardín.
Paisajismo digital
“The key to planning a hypertext garden is to communicate the promise of unexpected delight while assuring the reader that she is not entering an unplanned wilderness.”
Mike Bernstein
Los jardines no son naturaleza en estado salvaje.
Igual que un edificio, están planteados con una estructura y una intencionalidad detrás. Son artefactos diseñados, pero su forma final es desconocida (e imposible de conocer) para sus creadores.
Esta idea, llevada a los entornos digitales, supone diseñar espacios que permitan su propia evolución continua, preparados para la emergencia de características únicas.
No hay una manera correcta de entrar o estar en el jardín, sino que tiene múltiples puntos de entrada y de salida y somos nosotras mismas, como jardineras, las que vamos creando los caminos que queremos explorar.
Esta visión, que leída así seguro que suena un poco abstracta, tiene su representación más aproximada en la Wikipedia.
Esa experiencia que vives cuando entras buscando información sobre Stewart Brand y, de alguna manera, acabas aprendiendo sobre patrones de lenguaje, y eso te lleva a su vez a la teoría de Sistemas.
Wikipedia nació bajo la premisa de que sus creadores no tenían todas las respuestas; lo que tenían era una visión de cómo debía ser el entorno.
En vez de plantear su estructura de arriba a abajo, construyendo con el objetivo en mente, crearon un sistema que permitía a otras personas diseñar y construir el lugar de abajo a arriba, que el propio comportamiento del sitio emergiera de cómo se iba usando.
Es la web generativa, la web pensada para que evolucione constantemente según vaya cambiando su contexto, igual que un organismo vivo.
En un jardín, cada flor, cada árbol, cada montículo de tierra es visto por su creador/a en relación a un todo, y—como en los libros de Elige tu Propia Aventura—las personas que lo visitan pueden tener experiencias únicas según van creando sus propios caminos a través del mismo.
Cuando pensamos en la web como un Jardín, hablamos de la web como generadora de experiencias, un contenedor de expresión y significado, único para cada persona. La web como un ecosistema.
Este es el modelo que podemos recrear, el modelo en el que Mike Caufield invita a pasar más tiempo, en vez de vivir constantemente en la Corriente.
La web es lo que hacemos en/con/de ella
“I'm very concerned that our society is much more interested in information than wonder.”
Fred Rogers
Hasta ahora hemos hablado de estructura. De cómo serían—sobre un plano—esos jardines digitales.
Lo verdaderamente interesante es el objetivo que vendrían a cumplir, a qué comportamientos incitan estos espacios, qué mentalidad promueven.
En medio de la corriente, de la información pasándonos por delante como en un tren de alta velocidad, tener un jardín digital es tener un espacio para procesarla, con tiempo para entenderla.
En el ámbito de la gestión del conocimiento, es diseñar un entorno de reflexión y aprendizaje, volver a ver la información como algo precioso; materia prima de nuevas ideas, de nuevos modelos mentales.
Un jardín digital—igual que uno natural—es un sistema complejo, un ecosistema en el que los elementos (en este caso, las ideas) están conectados entre sí.
No con una estructura arborescente, donde cada punto solo puede conectarse en una dirección, sino, extendiendo la metáfora aún más, como un rizoma3; sin principio ni final, que crece desde dentro y en múltiples direcciones.
Así, cada incursión al jardín, cada nueva pieza de información añadida, crea a su vez nuevos caminos, nuevos significados y perspectivas.
E, igual que al tirar distintas semillas en un jardín no sabemos qué surgirá ni en qué forma, al añadir ideas a este jardín digital estaremos abonando el terreno para que de él emerjan resultados imprevistos.
En contraposición a la web hiper-personalizada en la que todo lo que vemos es el resultado del trabajo de filtrado previo de un algoritmo, un jardín digital es un rincón en el que abrazar la incertidumbre y seguir nuestra curiosidad sin saber a dónde nos llevará.
Pero también para la paciencia y la apertura de mente, un entorno seguro en el que dejar que las ideas crezcan, sin juzgarlas, sin importarnos si son o no contradictorias entre ellas.
En la Corriente determinamos, en el Jardín iteramos.
Un modelo no es mejor que el otro. Necesitamos ambos para tener una relación sana con la información.
Es cuestión de reconocer que existe una manera distinta de experimentar la web, que podemos crear y habitar también otros espacios, unos más amables y abiertos, más generativos.
Que hay vida e interés más allá de la inmediatez, el contenido sobre-simplificado y las ideas fast food.
En palabras de Caufield, nuestra supervivencia como especie depende de superar la hiperpalatabilidad de la web y abrirnos a algo más integrador y exploratorio, «menos personificado y autoafirmante, más solitario y a la vez más conectado».
Aprender a pasar más tiempo en el Jardín. Entrenar a nuestra mente a encontrar placer también en la pausa, en la reflexión en privado.
Pasar menos tiempo llenando nuestras cabezas con imágenes sin contexto, chismes y polémicas e intentar cultivar algo con raíces más profundas, más intrincado y complejo.
Un jardín compuesto por ideas procedentes de diversas fuentes, en ocasiones contradictorias, pero que juntas forman un modelo mucho más parecido a la vida real.
Cultivar tu jardín
“So plant your own gardens and decorate your own soul, instead of waiting for someone to bring you flowers.”
Jorge Luis Borges
La jardinería es un diálogo activo con el material viviente.
Cuando creas tu jardín digital te conviertes, simultáneamente, en autora y arquitecta de tus propios modelos mentales.
Primero creas ese microcosmos para ti; lo diseñas, lo nutres, lo cuidas. Y luego lo colectivizas, lo compartes. Enseñas el resultado de tu trabajo.
Son nuestras opiniones personales y reflexiones las que forman las semillas del jardín.
Cuando se junten y se combinen, serán nuestros pensamientos los que estarán influyéndose unos a otros, por lo que el resultado será enteramente nuestro, una representación de las asociaciones de ideas que ocurren en nuestro cerebro.
Curiosamente, esta estructura de ideas se parece mucho más a un rizoma que a las ramas de un árbol.
Porque es una manera de interactuar con la información (usarla y procesarla) que difiere sustancialmente de aquella a la que nos empuja la Corriente, mucho más jerárquica.
En vez de apilar las piezas de información que nos van llegando, lo que hacemos es justo lo contrario; nos quedamos con lo esencial de una pieza de información en bruto y añadimos esa idea a nuestra biblioteca, dejando que se junte con otras, que se combinen para formar nuevas nociones, imágenes o ideas.
Por supuesto, hacer todo esto dentro de nuestra propia cabeza es imposible.
Pero hoy en día tenemos herramientas que nos permiten externalizar este proceso.
Herramientas que además tienen integrados motores de búsqueda y funcionalidad de backlinks (esto es; enlaces que te permiten crear relaciones bi-direccionales entre notas), que facilitan enormemente el hacer notas y conectarlas entre ellas para ir creando una biblioteca digital cada vez más interconectada de ideas.
En los últimos años, aplicaciones como Roam Research u Obsidian han despertado la curiosidad de muchas por empezar a externalizar sus ideas y verlas conectarse con el tiempo.
Ahora, cualquier persona puede empezar a crear su propio jardín digital.
Eso si, las herramientas son sólo un elemento. Lo verdaderamente importante será la mentalidad; adoptar nuevos hábitos de consumo y procesado de información.
No sólo es cuestión de mejorar la calidad de los inputs, sino en aumentar el tiempo que pasamos con nuestras propias ideas y tomar un papel activo en cómo nos relacionamos con la información.
En el jardín, en vez de compartir sin más ese artículo o ese hilo, pausaríamos unos segundos antes de hacerlo. Lo guardaríamos para leerlo con calma en nuestra aplicación de captura de fuentes.
Mientras lo estemos leyendo, nos haremos preguntas.
Profundizaremos, iremos más allá del texto para cuestionarnos, por ejemplo, si esa información contradice, asienta, o añade algo nuevo a lo que ya conocemos. Qué reflexiones o pensamientos nos provoca.
Según vayamos contestando a estas preguntas, iremos haciendo4 notas.
La nota se convierte entonces en lo que yo llamo «bloque de conocimiento». La semilla para futuras ideas más desarrolladas.
El objetivo de un Jardín Digital, y el nuestro como jardineras, no es el de dejar esas semillas y olvidarnos de ellas, nuestro objetivo es cuidar del jardín.
Y cuidar del jardín supone plantar más semillas; hacer notas de manera consistente y preguntarnos cómo podemos relacionar eso con lo que ya tenemos.
Así es como conectamos ideas y así es como evolucionan y crecen en el tiempo.
Como en todo lo que importa en la vida, cuidar de tu jardín digital tiene un efecto compuesto.
Cuantas más notas hagas, más crecerá tu banco digital de ideas. Cuantas más ideas, más conexiones podrás hacer entre ellas. Y cuantas más conexiones, más amplia será tu visión del mundo.
Esto da lugar a estructuras de conocimiento mucho más intrincadas e interconectadas, una red de preguntas, pensamientos y reflexiones que se influyen unos a otros, dando lugar a modelos más complejos. Un ecosistema de ideas.
Cuando tienes tu propia biblioteca, una wiki personal por la que pasar aquello que encuentras en el día a día, tienes una herramienta para pensar. Hecha por y para tí.
Puedes nutrir ese banco de ideas con dudas, preguntas, reflexiones, recuerdos, inspiración. No tienes que preocuparte por el acabado porque es privada, pero para ti se convierte en un artefacto de pensamiento.
Y, una vez has dado forma a tus ideas con ella, puedes compartirlas.
Igual que una jardinera expondría las macetas en flor en primera linea cuando estuvieran en su máximo esplendor, tu jardín digital puede ser el sitio en el que las ideas crecen sin prisa hasta que están en un estado en el que pueden tener un impacto en el mundo, y entonces hacerlas públicas.
Everyone is a publisher. Everyone is a peer. That’s why it’s called a web. Individuals knit themselves together by linking to one another. Everyone tends his or her own little epistemological garden, growing ideas from seed and sharing them with anyone who comes by.
— Paul Ford
En este proceso de extraer lo esencial, de contrastarlo, de cuestionarlo y desarrollarlo, estarás entrenando a tu cerebro para tratar con la información que te rodea no como mera consumidora pasiva, sino interactuando con esta de manera consciente, retándote a observarla desde distintos ángulos, a encontrar en ella nuevos significados.
Te estarás acostumbrando a pensar mejor.
Porque así como nuestras notas evolucionan y se conectan unas con otras, esas conexiones tienen también lugar en nuestro cerebro.
Nuestro Jardín Digital se habrá convertido en una herramienta no sólo para pensar, sino de crecimiento personal.
If a website has endless possibilities, and our identities, ideas, and dreams are created and expanded by them, then it’s instrumental that websites progress along with us. — Laurel Schwulst
Cultivar nuestros propios jardines digitales es un acto de auto-cuidado. Pero, ahora más que nunca, también es un acto de responsabilidad.
La web se ha convertido en una máquina de publicación rápida de opiniones y desinformación. Necesitamos una plataforma para desarrollar ideas despacio, para construir soluciones a retos complejos.
Un espacio para atesorar lo pequeño, lo incisivo, lo sutil y lo personal, en una realidad que premia cada vez más el sensacionalismo, la novedad y lo notorio.
En la era de la sobre-información, cultivar un jardín digital es un acto individual de ambición colectiva.
Porque sólo haciéndonos responsables de nuestro propio trabajo, podremos hacernos realmente responsables como grupo.
Gracias por leer Suma Positiva.
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Si bien dicho «Navigation Problem» realmente no llegó a producirse (resultó que la gente era perfectamente capaz de moverse por ese nuevo entorno) el proyecto de Hypertext Gardens sentó las bases de una aproximación más amable al diseño del hipertexto, una que tuviera en cuenta el viaje del lector a través de la información, como si estuviera paseando por un jardín.
El hipertexto como se pensó en su día no sólo era la versión original de Tim-Berners Lee, sino sobre todo la visión de Ted Nelson con el proyecto Xanadú; una red más parecida a una biblioteca que a un generador de contenidos.
El rizoma filosófico tiene su origen en el rizoma botánico, que puede funcionar como raíz, tallo o rama sin importar su posición en la figura de la planta, y sirvió a Gilles Deleuze y Félix Guattari para ejemplificar un sistema cognitivo en el que no hay puntos centrales que se ramifiquen según categorías o procesos lógicos estrictos
No es lo mismo tomar notas que hacer notas. Hacer notas es escribir lo que piensas sobre algo para darle sentido a tus ideas. Para desarrollar conocimiento a partir de tus notas, tienes que hacerlas y no solo tomarlas.
De la sinergia de Elena y Samuel solo puede salir una información tan valiosa como esta... muy adecuada para cualquier jardín...
Resoné mucho con el artículo. Me pregunto, ¿cuál es tu framework personal para construir esto?
Me intriga cuál es ese proceso que te lleva a consultar fuentes, confrontar información con tu propia interpretación y cómo dejas que maduren esas reflexiones.
Perdón que divague, solo me interesa ese proceso personal y mental para llegar a este resultado. En mi caso, me guío mucho del framework de Zettelkasten y mido mi productividad en base a la cantidad de notas permanentes (ideas originales, conectadas y autónomas) que tenga en una semana.
Gracias por esta gema, una vez más