Hola, soy @samuelgil, Partner en JME Ventures.
Bienvenido a mi newsletter semanal, un lugar donde nos reunimos aquellos que creemos que la tecnología transforma juegos de suma cero en juegos de Suma Positiva.
Últimamente me encuentro a mí mismo pensando bastante en un framework popularizado por el psicólogo organizacional y profesor de Wharton Adam Grant en su libro Think Again.
Supongo que es debido a que, al estar haciendo fundraising de nuestro cuarto fondo, es decir, tratando de convencer a inversores potenciales para que nos dejen gestionar su dinero, me veo en el lado opuesto de la mesa al que me veo habitualmente con los emprendedores cuando actúo como inversor en startups.
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Mucho se está hablando últimamente sobre estos dos conceptos en medios generalistas, pero muchas veces de una forma poco concreta, como si fueran teorías no aplicables al sector empresarial actual.
Sin embargo, 88 de las empresas en el Top 100 ya aplican la tecnología blockchain y la inteligencia artificial en sus proyectos, y más de la mitad de las startups españolas que se espera se conviertan en unicornio este 2023 están basadas en estas tecnologías.
Existe un gap de educación general especialmente en blockchain, ya que se piensa que esta tecnología solo aplica a las criptomonedas y estas son sólo son la punta del iceberg.
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Mentalidad de científico
Según Grant, somos capaces de emplear cuatro estilos de pensamiento diferente cuando nos enfrentamos a un problema: predicador, fiscal, político y científico.
Más que a la resolución de problemas, este modelo me parece especialmente interesante para analizar cualquier acto de comunicación, especialmente verbal.
Veamos qué significa cada uno de ellos:
Cuando actuamos como predicadores (preachers), intentamos persuadir y convencer a la otra parte para que acepte nuestra opinión, que no está basada en datos sino en creencias.
Cuando nos ponemos en modo fiscal (prosecutors), lo que intentamos es emplear pruebas para demostrar que la otra parte no tiene razón.
Cuando sale a relucir el político (politician) que todos llevamos dentro, lo que queremos principalmente es ganarnos la aprobación de nuestra audiencia. Buscar la verdad es una consideración secundaria o simplemente inexistente.
En las ocasiones en las que nos ponemos la bata de científicos (scientists), anteponemos la humildad al orgullo, la curiosidad a la convicción, y buscamos no sólo motivos por los que nuestro razonamiento podría ser correcto, sino motivos por los que también podríamos estar equivocados.
El siguiente gráfico resume muy bien los objetivos y métodos empleados por unos y otros.
Para Grant, el problema es que, a no ser que nos dediquemos profesionalmente a alguna de esas actividades, nos pasamos demasiado tiempo actuando como predicadores, fiscales y políticos, y demasiado poco como científicos.
Eso no quiere decir que esos modos de pensar y comunicar no tengan su utilidad en momentos determinados, que por supuesto que sí. El problema es el abuso que hacemos de ellos y su consecuencia: lo difícil que nos resulta discutir civilizadamente y/o cambiar de opinión, incluso a la luz de evidencia clara en contra, lo cual puede ser letal en algunos ámbitos de la vida pero especialmente en el de los negocios.
¿A qué se debe?
Cuando estamos en modo predicador o fiscal creemos tener la verdad de nuestro lado. Interpretamos el cambiar de opinión como una pequeña derrota.
Los políticos son conocidos por su habilidad para defender sin inmutarse una cosa y la contraria. Todo por gustar a los suyos. El problema es que muchas veces no hay honestidad intelectual en ese cambio de opinión, sino puro interés y postureo.
Por contra, para un científico, sus opiniones son sólo hipótesis en búsqueda de confirmación o refutación. Por ello, cambiar de opinión no es una derrota sino todo lo contrario: es síntoma inequívoco de que se está haciendo progreso.
Encuentro cierta semejanza entre esta forma de pensar que prioriza la búsqueda de la verdad al ego en la célebre frase de Charlie Munger:
Nunca me permito tener una opinión sobre algo hasta que no conozco los argumentos del otro lado mejor que ellos.
¿Cuántas veces intentas tú hacer este ejercicio antes de tener una opinón sobre algo? Es bastante difícil y requiere tiempo y esfuerzo, pero para cosas importantes merece mucho la pena.
Por suerte para los que trabajamos en él, la mentalidad de científico tiene mucho arraigo en el ecosistema emprendedor.
Un buen emprendedor ha de ser capaz de predicar con gran convicción su visión para convencer y de actuar como un político para gustar. Pero, ante todo, tiene que ser un buen científico para aprender y avanzar.
Algo muy parecido se podría decir de un inversor. Es el manido “opiniones fuertes sostenidas débilmente”, que viene a significar algo así como: para avanzar, a menudo sin muchos datos, tienes que formarte una opinión, pero tienes que estar abierto a cambiarla rápidamente en cuanto se demuestre que estaba equivocada.
La comunicación entre personas es siempre un reto. Decía el Nobel de Literatura Bernard Shaw que “el mayor problema en la comunicación es la ilusión de que se ha producido” y es que, además de la dificultad de plasmar en pocas palabras conceptos complejos y/o contextos demasiado amplios, muchas veces nos encontramos en planos emocionales o cognitivos muy diferentes con respecto a nuestros interlocutores, lo cual dificulta tremendamente o imposibilita la tarea.
Espero que a partir de hoy muchos de vosotros os deis cuenta—como me pasa a mi—cuando inconscientemente estáis entrando en alguno de estos modos menos productivos y podréis llegar incluso rectificar a tiempo si la comunicación no está fluyendo. Si la otra parte también conoce este modelo mental, puede ser también útil a la hora de hacérselo ver, así que os invito a que lo compartáis con vuestros compañeros.
Cultivar la humildad intelectual no es tarea para fácil para nadie y creo que para ciertos tipos de personalidades es aún más complicado. Una táctica que nos ayuda a nosotros en nuestro trabajo es plantearnos de antemano la pregunta: ¿qué información tendría que darme esta persona para hacerme cambiar de opinión? Tener esto claro nos sirve para afinar el tiro y ahorrarnos un montón de tiempo y, lo que es más importante, no hacérselo perder al que tenemos enfrente, como tantas veces ocurre.
Gracias por leer Suma Positiva.
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Interesante artículo. En la consciencia está la clave. Aunque dicha consciencia nos ha de llevar a preguntarnos por el entorno que nos lleva a actuar en cada rol (sesgos, sociedad, emociones,…). Dicho entorno nos puede llevar, por ejemplo a creernos científicos, siendo predicadores (creencias vs evidencias). Gran artículo Samuel.
Totalmente de acuerdo, La sociedad funcionaria mucho mejor si alcanzar la verdad (o al menos la posición más objetiva) fuera más importante que imponer la opción previamente elegida (creencia basada en mi experiencia subjetiva).