Hola, soy @samuelgil, Partner en JME Ventures. Bienvenido a mi newsletter semanal, un lugar donde nos reunimos aquellos que creemos que la tecnología transforma juegos de suma cero en juegos de Suma Positiva.
Según una estadística de 2011, personas de todo el mundo dedicamos más de 3.000 millones de horas a la semana a jugar a videojuegos.
En agregado, hemos pasado tanto tiempo jugando al World of Warcraft como evolucionando como especie, unos 5,93 millones de años.
¿Qué desperdicio de tiempo, no?
Espera un momento.
¿Alguna vez te has parado a pensar cómo es posible que las personas dediquen (dediquemos) tantísimo tiempo y energía a una actividad que—salvo excepciones—no les (nos) reporta ningún beneficio económico?
¿Tienen (tenemos) algún tipo de problema?
Los gamers se preguntan (nos preguntamos) sin embargo:
¿Dónde se puede encontrar en el mundo real esa sensación de estar plenamente vivo, concentrado y presente?
¿Dónde se puede encontrar ese sentimiento de poder, propósito heroico y comunidad?
¿Dónde están esas series de retos estimulantes y creativos?
¿Dónde están esas sensaciones de éxito y victoria en equipo?
Aunque los gamers por supuesto experimentamos estás sensaciones de vez en cuando en nuestras vidas reales, las experimentamos casi continuamente cuando jugamos a nuestros juegos favoritos.
Como es lógico, el mundo real no ofrece los placeres, retos y posibilidades de establecer vínculos sociales que ofrecen los entornos virtuales cuidadosamente diseñados para ello.
La realidad no nos motiva tan efectivamente.
La realidad no ha sido construida para maximizar nuestro potencial.
La realidad no ha sido diseñada para hacernos felices.
La realidad está rota.
Podemos dejar que más y más personas escapen y pasen más y más más tiempo en esta suerte de metaversos o mundo virtuales, pero también podemos utilizar lo que sabemos sobre diseño de juegos para arreglarla.
Esa es la cuestión que trata Jane McGonigal en el fabuloso libro Reality Is Broken, en el que está inspirado el artículo de hoy.
Esta edición de Suma Positiva ha sido patrocinada por:
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La realidad está rota
El juego es la actividad preferida del niño. Gracias a ella, aprendemos sin esfuerzo a interactuar con el mundo que nos rodea.
¿Por qué lo desdeñamos cuando nos volvemos adultos?
Frases como “no juegues conmigo” o “esto no es un juego” revelan nuestros sesgos negativos—incluso de los jugadores—contra esta actividad.
Sin embargo, desde tiempos inmemoriales, las personas hemos jugado juegos para hacer más llevadera nuestra realidad, incluso en épocas de carestía o catástrofe. Es una válvula de escape necesaria.
Y es que los juegos satisfacen una necesidad básica de las personas: la de interactuar más y mejor con el mundo que nos rodea.
Entendamos cómo funcionan, por qué nos atraen tanto y qué pueden hacer por nosotros en nuestras vidas.
¿Qué es un juego?
A pesar de la variedad de géneros y estilos, todos los juegos comparten cuatro características: un objetivo, una reglas, un sistema de feedback y participación voluntaria.
El objetivo es el resultado que los jugadores intentan lograr. Ofrece sensación de propósito.
Las reglas ponen límite a las formas en las que los jugadores pueden lograr el objetivo. Desatan la creatividad y el pensamiento estratégico. No tiene el mismo interés meter en un agujero, con la mano, la bola que llevas en el bolsillo, que tener que hacerlo desde mucha distancia y sólo pudiendo usar unos palos de golf para ello.
El sistema de feedback dice a los jugadores cómo de próximos están de lograr el objetivo. Por un lado, el feedback nos ofrece garantías de que el resultado es conseguible y por otro nos motiva a seguir jugando. A menudo el feedback sirve para que nosotros vayamos descubriendo por nosotros mismos unas reglas que no conocíamos de antemano.
La participación voluntaria—la libertad de entrar y salir del juego a voluntad—provoca que una actividad a priori estresante y retadora sea percibida como segura y placentera.
Cualquier otro elemento del juego, como por ejemplo la historia o los gráficos, lo único que trata de hacer es reforzar alguno de estos elementos.
Según el filósofo Bernard Suits:
“Jugar un juego es un intento voluntario de sobrepasar unos obstáculos innecesarios.”
¿Por qué los obstáculos innecesarios nos hacen felices?
Porque son un trabajo difícil que nosotros elegimos para nosotros mismos y resulta que casi nada nos hace más felices en el mundo que este tipo de trabajo.
Cuando estamos jugando un buen juego nuestro cuerpo entra en un estado físico y mental idóneo para generar todo tipo de experiencias y emociones positivas. Todos los sistemas neurológicos y fisiológicos vinculados con la felicidad—el sistema de atención, el sistema de recompensas, el sistema de motivación y nuestros centros de memoria y emoción—están totalmente activados. En este estado de engagement optimista es biológicamente más fácil para nosotros pensar en positivo, hacer conexiones sociales y desarrollar fortalezas personales. Básicamente, estamos condicionando nuestros cuerpos y mentes a ser más felices. Como seguro que muchos habéis adivinado, los juegos nos ayudan a entrar de forma casi instantánea en ese estado de sentir el presente de forma tan intensa que perdemos la noción del tiempo al que llamamos flow.
¿En qué se parece un juego al trabajo que mucha gente tiene que hacer en su día a día profesional? En muy poco. Ni lo elegimos, ni supone un reto adecuado, ni tiene un objetivo, ni tenemos feedback…
El trabajo que produce satisfacción tiene siempre un objetivo conocido y unos siguientes pasos accionables que nos acercan a ese objetivo. Nos encanta sentirnos productivos.
Pero para estar totalmente satisfechos necesitamos también poder concluir nuestro trabajo de forma tan clara como lo iniciamos. Idealmente, debemos ver el resultado de nuestros esfuerzos tan directa, inmedia y vívidamente como sea posible. Los resultados visibles son muy satisfactorios porque nos envían de vuelta un reflejo de nuestras capacidades. Cuando vemos lo que hemos conseguido, incrementamos nuestra autoestima y nos declaramos listos para enfrentarnos a un siguiente reto algo más difícil. Así es precisamente como funcionan los juegos.
Sin embargo, de nuevo, el trabajo que hacemos en nuestro día a día es a menudo más irreal que real. Muchas personas que trabajan en oficinas no ven ningún resultado tangible de sus esfuerzos. ¿Qué han conseguido concretamente al final del día? Como todos sabemos, mucha gente vive atrapada en auténticos bullshit jobs.
Creo que con lo dicho hasta ahora queda claro que, en general, adoramos jugar y detestamos trabajar. No siempre será posible hacer que el trabajo parezca juego, pero conocer qué hace que los juegos funcionen es al menos un primer paso en la dirección de desencadenar una gran ola de productividad y felicidad a nivel global.
Los juegos son algo muy serio e ignorarlos es un gran error.
Si eres un jugador, no estás perdiendo el tiempo. Estás aprendiendo un montón de cosas sobre ti mismo, como qué te gusta y qué te motiva y a actuar con extremada tenacidad y optimismo para resolver problemas y retos difíciles de forma creativa y colaborativa. Todo ello son capacidades y habilidades extraordinariamente importantes y valiosas en múltiples ámbitos de la vida.
Por otro lado, los diseñadores de juegos saben mejor que nadie cómo inspirar esfuerzos extremos y cómo recompensar el trabajo duro. Saben cómo facilitar la cooperación y colaboración a escalas que eran inimaginables. Y además innovan continuamente para que los jugadores nos atrevamos con retos más difíciles, por más tiempo y en grupos más grandes.
El diseño de juegos no es sólo una profesión tecnológica, es una forma clave de liderar y pensar en el siglo XXI.
Gracias por leer Suma Positiva.
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Te confieso que yo también he pasado horas jugando, online y offline, en modo solitario y en modo colaborativo, pero nunca he sentido tanto el presente como bajando en bicicleta la ladera de una montaña, con el viento real en la cara, corriendo descalzo o navegando en días de mar brava.
El origen de la palabra trabajo.
https://verne.elpais.com/verne/2018/04/24/articulo/1524582530_120514.html#:~:text=Trabajar%20viene%20de%20un%20derivado,significado%20de%20sufrir%20y%20padecer.
El origen de la palabra jugar.
http://etimologias.dechile.net/?jugar#:~:text=La%20palabra%20jugar%20viene%20del,nos%20viene%20joya%20y%20jocoso.