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¿Qué pasaría si la inteligencia, el recurso más valorado de nuestra época, dejara de ser escaso? Este cambio, que podría parecer una utopía tecnológica, plantea cuestiones interesantes para la humanidad.
Contra lo que podría parecer intuitivo, una explosión de inteligencia no garantiza un crecimiento económico explosivo (tampoco parece que una extinción de la raza humana, para nuestra tranquilidad).
¿Por qué?
Porque, como suele suceder, los cuellos de botella no desaparecen; simplemente se trasladan a otros lugares.
¿Y cuál podría ser este nuevo cuello de botella?
Para muchos, las verdaderas limitaciones en ese futuro no estarán en las máquinas, sino, de nuevo, en cualidades profundamente humanas: la iniciativa, el valor o el buen gusto.
¿Deseo o realidad?
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Cuando la inteligencia deje de ser escasa
¿Por qué la llegada de la AGI o ASI no desencadenará automáticamente un crecimiento económico del 20% anual o más?
Tyler Cowen, en un diálogo reciente, subrayó que el crecimiento económico explosivo es muy difícil de lograr por cualquier motivo, incluso con tecnologías revolucionarias como la IA.
Esto se debe, en parte, a los cuellos de botella que no desaparecerán con más inteligencia.
Por un lado, sectores como el gobierno, la salud, la educación y las infraestructuras no se transformarán al ritmo de los sectores tecnológicos o industriales. Por ejemplo, mientras los sistemas de IA diagnostican enfermedades con mayor precisión, la burocracia sanitaria y la falta de adaptación cultural podrían frenar su despliegue masivo.
Estas áreas, que representan un porcentaje significativo de las economías avanzadas, tardarán décadas en integrar completamente la IA. Además, el fenómeno conocido como “la enfermedad de los costes” seguirá vigente.
La enfermedad de los costes, también conocida como efecto Baumol o enfermedad de los costes de Baumol, es un fenómeno económico identificado por el economista William Baumol en la década de 1960. Este concepto describe una situación en la que ciertos sectores de la economía experimentan un aumento persistente en sus costes a pesar de no tener mejoras significativas en su productividad. Principalmente afecta a sectores intensivos en mano de obra y con baja capacidad de mejora tecnológica, como servicios públicos, educación, sanidad, artes escénicas y otros servicios personales
Mecanismo:
- En sectores con alta productividad, los salarios aumentan debido a avances tecnológicos.
- Los sectores de baja productividad se ven obligados a aumentar también sus salarios para retener trabajadores, a pesar de no tener mejoras en productividad.
Consecuencias:
- Aumento de los costes en sectores afectados por encima de la inflación general.
- Precios crecientes en servicios como educación y sanidad.
Ejemplos:
- El coste de la educación universitaria aumentó un 440%
- El coste de la sanidad aumentó un 250%
- La inflación general fue del 110%
Más allá de la lentitud o incapacidad de ciertos sectores de adoptar la IA, en general, tener acceso ilimitado a máquinas capaces de resolver problemas complejos, diseñar estrategias e incluso crear arte no significa que las decisiones difíciles desaparezcan. Las máquinas nos entregarán opciones cuasi perfectas, pero no podrán siempre decidir por nosotros.
Las máquinas nos entregarán opciones cuasi perfectas, pero no podrán siempre decidir por nosotros.
Incluso con 1.000 veces más inteligencia a disposición, hay límites a cuánto puede crecer una organización o una economía si depende de las decisiones humanas, con sus prejuicios, miedos y restricciones. Como Cowen señala: “Humans. Here they are. Bottleneck, bottleneck.” El cambio no será inmediato porque las instituciones y culturas humanas no evolucionan a la misma velocidad que los algoritmos.
La escasez se trasladará de la inteligencia a otros factores como energía, infraestructura y, sobre todo, a otras cualidades humanas para liderar y gestionar el cambio.
Una idea poderosa que surge en este contexto es la del carácter o el buen gusto como recursos limitados y valiosos. De hecho, no es algo del todo nuevo. Tesla o Apple son empresas líderes en sus sectores gracias a combinar el diseño (buen gusto) con decisiones arriesgadas (carácter).
“La grandeza no proviene de la inteligencia, sino del carácter. El carácter no se forma a partir de personas inteligentes, sino de personas que han sufrido.”
“Inteligencia es todo aquello que no es iniciativa o buen gusto.”
Garry Tan
La historia está llena de ejemplos de líderes, emprendedores y creadores que tomaron decisiones difíciles y disruptivas, asumiendo un gran riesgo a nivel personal. En un mundo hiperinteligente, lo que nos diferenciará a los humanos no será nuestra capacidad de procesar datos, sino nuestra disposición a actuar, a tomar riesgos y a liderar. La creatividad y la empatía seguramente tengan también un sitio destacado.
En un mundo donde las máquinas eliminan la necesidad de preocuparse por los cálculos, los humanos seguiremos siendo los responsables de arriesgar, decidir y comprometernos emocionalmente con las consecuencias. En tiempos de disrupción pasados como durante la Revolución Industrial o los inicios de Internet, el coraje siempre ha sido el principal motor de cambio.
La valentía es una contradicción en términos. Consiste en un fuerte deseo de vivir que adopta la forma de una especie de disposición a morir.
«Quien por mí pierda la vida, la salvará» no es sólo una frase mística para santos y héroes, sino un consejo cotidiano para marinos y montañeros. Podría anotarse en una guía alpina o en un manual de instrucción militar. En esa paradoja se basa el principio de la valentía, incluso de la más brutal y mundana.
Un hombre atrapado por la subida de la marea puede salvarse si se arriesga a cruzar por el precipicio. Sólo puede escapar a la muerte pasando a escasos centímetros de ella. Un soldado rodeado de enemigos, si quiere escapar, necesitará combinar un fuerte deseo de vivir con una extraña despreocupación por la muerte.
No debe aferrarse sin más a la vida, pues en tal caso actuaría como un cobarde y no conseguiría salir bien librado. Tampoco debe esperar la muerte sin más, pues entonces sería un suicida y tampoco lo conseguiría. Debe buscar la vida con una furiosa independencia; debe desearla como si fuese agua y beber la muerte como si fuera vino.
G.K. Chesterton
El renacimiento de lo humano
Lejos de ser un futuro distópico, este nuevo paradigma abre una ventana a un renacimiento emocionante. En un mundo donde la inteligencia está garantizada, los humanos tendrán la oportunidad de redescubrir y redefinir lo que nos hace únicos. Capacidades como el buen gusto, la creatividad, la empatía y el valor, se convertirán en los motores de la economía y de la cultura.
“Gran parte del futuro depende de que no luchemos contra lo que las máquinas pueden hacer ahora, sino de que redoblemos nuestros esfuerzos en lo que los humanos pueden hacer de manera única.”
Scott Belsky
La pregunta, entonces, no es si la inteligencia artificial cambiará el mundo, eso es inevitable. La pregunta es si tendremos el valor para aprovechar esta oportunidad y enfrentarnos a los retos que vienen. ¿Estamos listos para liderar este renacimiento? El desafío no es sólo tecnológico, sino también profundamente humano. Depende de nosotros decidir si queremos ser espectadores o protagonistas de este futuro.
Gracias por leer Suma Positiva.
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Me ha gustado mucho la reflexión. Creo que la inteligencia nunca dejará de ser escasa mientras nos quede un ápice de humanidad. La razón es que sólo en entornos controlados la inteligencia puede ser suficiente. Introduce al menos una variable incontrolada y ya se ha liado parda. En última instancia, la satisfacción de las necesidades ya sea huyendo de un dolor o buscando el placer en cualquiera de sus formas, es lo que determina el grueso de las elecciones; con IA y sin ellas. Aunque por supuesto, lo negaremos, lo racionalizaremos y lo justificaremos de otras formas. Pero bueno... mientras tanto, contribuyamos al relato de lo humano, lo divino y lo tecnológico. 😜
Vaya momentazo estamos viviendo. No tengo ni la menor idea de lo que está por venir, pero estoy de acuerdo que los valores, la creatividad y la empatía van a jugar un papel fundamental.