Hola, soy @samuelgil, Partner en JME Ventures.
Bienvenido a mi newsletter semanal, un lugar donde nos reunimos aquellos que creemos que la tecnología transforma juegos de suma cero en juegos de Suma Positiva.
Después de que
nos pintara la semana pasada un futuro un tanto inquietante en su brillante ¿Cuándo nos va a quitar el empleo la inteligencia artificial?, me gustaría dedicar el Suma Positiva a dar un contrapunto un poco más optimista. O al menos algo más pesimista con respecto a la consecución de la inteligencia artificial general en un plazo relativamente corto.Vaya por delante que estoy realmente impresionado con los últimos avances en inteligencia artificial (IA a partir de ahora) y que creo que pueden suponer una verdadera revolución tecnológica con implicaciones económicas y sociales difíciles de predecir. Y es que, como dijo Yogi Berra:
“Es muy difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro”.
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Centauros
Las máquinas son desde hace ya bastante tiempo mejores que nosotros en algunas tareas, especialmente en aquellas con un “terreno de juego” delimitado y unas reglas definidas. Por contra, cuanto más abierto el problema, mejor para el humano. No somos demasiado buenos en nada que requiera mucha memoria o capacidad de cálculo, pero se nos da bien ver la foto general, acercarnos y alejarnos del problema, integrar información de diversas fuentes e ir seleccionando y aplicando diferentes métodos de resolución en función de multitud de criterios. En resumen podríamos decir algo así como que las máquinas son especialistas mientras que los humanos somos generalistas.
Pero, ¿por qué es tan difícil replicar la inteligencia humana?
Os comparto a continuación algunas reflexiones a medio cocinar. Atención, porque lo que viene a continuación no son en absoluto certezas sino meras especulaciones de alguien que no es un experto en la materia.
Nuestra inteligencia y nuestra consciencia emergen de un sustrato biológico extremadamente complejo y rico, extremadamente difícil o imposible de replicar artificialmente.
El cuerpo humano está compuesto por 30 billones (millones de millones) de células que se comunican e interactúan, siendo cada una de ellas un prodigio en miniatura tal que así:
A su vez, cada célula tiene 20.000 genes que pueden ser activados y desactivados por factores internos y medioambientales, modificando su forma y comportamiento.
Aunque normalmente asociamos mente, pensamiento, inteligencia, etc. al cerebro, órgano formado por “tan solo” 100 mil millones de neuronas, no descartaría que el resto de células hasta llegar a los 30 billones que mencionábamos tengan también alguna influencia. “Mens sana in corpore sano” que decían los romanos o “cuerpo vs. mente es una falsa dicotomía” que dice un servidor.
Pero es que además vivimos en simbiosis con unos 100 billones de bacterias de unas 500 a 1.000 especies distintas que viven en nuestro intestino. Y las últimas teorías apuntan a que la microbiota influye en cómo nos sentimos, pensamos y nos comportamos. El gut feeling de los ingleses es mucho más literal que metafórico.
Las redes neuronales que emplea la IA se inspiran en nuestro cerebro, pero, como todo modelo, son una simplificación—en este caso extrema—de la realidad.
¿Se puede llegar a replicar la inteligencia y la consciencia que emerge de todo este sistema extremadamente complejo sin clonarlo al 100%?
¿Se puede llegar a mismo sitio por un camino diferente?
¿Puede que no se llegue exactamente al mismo sitio pero lleguemos a aproximaciones suficientemente buenas?
No entendemos bien lo que ocurre debajo de la superficie. Y ocurre mucho.
Está relacionado también con el punto anterior, pero visto desde otro ángulo.
Decíamos en Estados alterados de consciencia (1):
El procesamiento consciente sólo puede manejar alrededor de 120 bits de información por segundo, lo cual es una birria. Escuchar a otra persona nos consume casi 60 bits por segundo. Con dos personas hablando, se acabó, hemos agotado todo nuestro ancho de banda.
Por contra, nuestro procesamiento inconsciente puede manejar miles de millones de bits por segundo […]
Creo que esto supone otra gran dificultad a la hora de replicar la inteligencia humana artificialmente.
Puede que nuestro lado más lógico o racional sea más fácil de entender y por tanto de replicar, pero ¿hasta qué punto nuestros sentimientos, emociones, intuiciones y pensamiento subconsciente forman parte de lo que entendemos como inteligencia humana?
Somos animales sociales
Estamos programados genéticamente para que nos gusten las personas y somos extremadamente buenos diferenciando lo natural de lo artificial.
¿Cuánto tardas en darte cuenta de que alguien se ha operado de estética aunque lo haya hecho el mejor cirujano?
¿Cómo de importante es la confianza en las relaciones humanas? ¿Puedes confiar en algo que detectes que no es humano?
¿Cómo es de importante el lenguaje no verbal en la comunicación humana?
Incluso en el ajedrez, tarea que encaja a la perfección con la fortaleza de las máquinas, los equipos híbridos humano-máquina—a los que llaman “centauros”—ganan a las máquinas y a los humanos.
Sospecho que hasta que descubramos una inteligencia artificial general real—algo verdaderamente complicado por las razones anteriormente expuestas—los humanos aumentados por máquinas, los centauros, serán la combinación ganadora para la mayor parte de las tareas.
Lo decía de forma más resumida en un tweet:
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No lo olvides, es más fácil predecir dónde estará el cometa Halley dentro de 100 años que tu hijo adolescente el sábado por la noche.
El comportamiento humano sigue siendo clave.
Interesante reflexion Samuel. No estoy seguro que replicar la mente humana sea el camino que termine siguiendo la AI. Hay otras maneras de desarrollar inteligencia mucho más eficientes. Recordemos que la evolución no es eficiente es un proceso e iteración de lo que ya existe, con todos los problemas de legacy que esto supone