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El propio Samuel reflexionaba hace poco sobre ¿qué podría ocurrir si los humanos dejásemos de ser la especie más inteligente del planeta?
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Proyecto Blueprint
Bryan Johnson es probablemente el ser humano que más despacio envejece del mundo y seguramente el más monitorizado y medido.
Después de seguir durante dos años Blueprint, el extremo protocolo de salud y fitness que él mismo está creando junto a su equipo médico y científico, el millonario de 45 años—al menos según su pasaporte—de aspecto élfico ha conseguido:
Restar 5,1 años a su edad biológica (de acuerdo a seis relojes epigenéticos)
Reducir un 24% su velocidad de envejecimiento: envejece 0,76 años biológicos por cada año cronológico, lo que en sus propias palabras significa que los meses entre octubre y diciembre le salen “gratis”
Tener 50 biomarcadores en niveles óptimos
Tener 100 biomarcadores en niveles correspondientes a alguien más joven cronológicamente que él
Tener la forma física de un atleta de élite de 18 años
De manera muy resumida, Blueprint (en la versión actual para Bryan Johnson) consiste en:
Seguir una dieta vegana (por elección, no por necesidad) de ~2.000 calorías que ingiere en una ventana de 6 horas por la mañana.
Consume unos 30 kg de vegetales al mes.
Cada día come (bebe en el caso de Green Giant) los mismos 3 platos: Green Giant, Super Veggie y Nutty Pudding, más uno adicional que va variando.
La dieta supone un déficit calórico del 25%. Dado que el “presupuesto calórico” que tiene es bajo, cada caloría que entra en la dieta tiene que luchar por su supervivencia y aportar al sistema algo más que la propia energía.
Tomar más de 100 suplementos al día.
Realizar una rutina diaria de 25 ejercicios de fuerza y movilidad de una hora aproximada de duración en la que destaca:
Varios ejercicios popularizados por Ben Patrick—el conocido popularmente como kneesovertoesguy—como arrastre de trineos, curls nórdicos o sentadillas ATG, muy efectivos para la salud de las articulaciones.
Añade 10 minutos de intervalos de alta intensidad o HIIT 3x/semana.
Senderismo los fines de semana.
Conseguir un sueño óptimo (el pilar más importante según Johnson ya que te da la fuerza de voluntad para cumplir con el resto).
Hacer toda una serie de tratamientos para la piel, boca, pelo, ojos y oídos.
En definitiva, Blueprint trata de dar respuesta a esta pregunta:
¿Qué pasaría si aplicásemos todo el conocimiento del que disponemos actualmente sobre longevidad, creásemos un protocolo de salud que lo englobara y garantizásemos que alguien lo cumple siempre al pie de la letra?
Blueprint le cuesta a Johnson—quien se considera a sí mismo un atleta de longevidad—unos dos millones de dólares al año, más de lo que se gasta Lebron James. Es algo que se puede permitir gracias a la fortuna que hizo tras la venta de la compañía Braintree Payment Solutions (dueña de la popular Venmo) a Paypal por 800 millones de dólares en 2013.
Bryan no sólo financia de su bolsillo este experimento, sino que también hace de cobaya humana, haciendo todos los esfuerzos y sometiéndose a todos los tratamientos él mismo, lo cual requiere una dedicación prácticamente a tiempo completo. A pesar de ello, es también el cofundador de Kernel, una empresa tecnológica en el ámbito de la neurociencia.
Y lo mejor de todo es que pone a disposición de cualquiera todos sus hallazgos: en su página web se puede consultar qué es lo que hace y cuáles son los resultados que va obteniendo. No obstante, no me cabe duda de que Blueprint será más pronto que tarde, de una forma u otra, un negocio.
Alguien un tanto ingenuo como yo pensaría que alguien que hace algo así, potencialmente positivo para él pero también para los demás y que no supone ningún coste o efecto colateral negativo para nadie, merecería un cierto agradecimiento o como mínimo algo de respeto. Sin embargo, lo que Bryan recibe demasiado a menudo en redes sociales son críticas no constructivas o burlas.
Es cierto que lo que hace es verdaderamente extremo, pero en lugar de aproximarnos con un mínimo de curiosidad a ver qué hay detrás e intentar ver si hay algo interesante en lo que hace, nuestra primera reacción es rechazarlo y tildarle de excéntrico o estúpido. Lo sé perfectamente porque es lo que me pasó a mí cuando lo conocí.
Esto es síntoma de nuestra propia naturaleza—machacamos al que destaca porque no soportamos que ponga en evidencia, consciente o inconscientemente, su superioridad—pero también de que vivimos en una sociedad enferma en la que los comportamientos autodestructivos están plenamente aceptados mientras que cuidarse levanta inmediatamente sospechas.
“¿Desayunas huevos todos los días? ¡Eso es malísimo para el colesterol!” —te dirá con toda tranquilidad alguien que desayuna galletas o bollería industrial todos los días.
“¿Tomas batidos de proteínas? ¡Pero si eso es pura química y malísimo para el hígado!” —te dirá alguien mientras se bebe un Nesquik, con un contenido de azúcar superior al 75%.
“¿Haces ejercicio todos los días? ¡Estás obsesionado con tu cuerpo!” te dirá alguien cuya rutina de ejercicios consiste en hacer cientos de repeticiones de press de botón del mando a distancia de la tele.
Mucha gente asume que la vida de Bryan—no confundir con la de Brian, que es una peli buenísima—es miserable. Sin embargo, él dice no haberse encontrado mejor físicamente, más feliz y más realizado en su vida. ¿Por qué no deberíamos creerlo?
Algunas de las personas más exitosas del planeta utilizan o han utilizado un único principio o regla como faro para guiar la mayor parte de sus decisiones. Jeff Bezos sólo aprobaba en Amazon aquellas decisiones que les encaminaban a mejorar la experiencia del cliente. Elon Musk se dice que somete todas sus decisiones al juicio sobre si nos acercan a Marte o no.
Por su lado, Bryan puede también permitirse el lujo de someter toda decisión de su vida a la pregunta: “¿me acerca o me aleja esta decisión de mi objetivo de envejecer más despacio?”. Desde esa óptica, puede que todo lo que hace, por raro que parezca en un principio, cobre más sentido.
En cualquier caso, lo que quiero decir, es que, antes de criticar o ridiculizar lo que hace alguien, asegúrate de que entiendes bien sus objetivos.
La esencia de Blueprint
Al contrario de lo que muchos creen, Blueprint no pretende darnos una receta de salud que todos podamos seguir ciegamente, sino que lo que intenta es darnos un proceso, una herramienta, una nueva forma de pensar.
Pero para ello, lo primero de lo que Bryan quiere que nos demos cuenta es que se está librando una guerra silenciosa en nuestro interior:
A pesar de que el cuerpo humano es un sistema compuesto por 78 órganos, sólo uno tiene capacidad de decisión. A los otros 77 sólo les queda sufrir en silencio las consecuencias de las decisiones que el otro ha tomado.
Como hemos repetido hasta la saciedad en Suma Positiva, nuestro cerebro paleolítico, evolucionado para guiarnos casi en piloto automático hacia la supervivencia en un mundo de escasez, no es muy bueno a la hora de ayudarnos a decidir bien en un mundo de super abundancia (e incentivos económicos a explotar nuestras debilidades).
El cerebro no sólo tiene el poder de decisión, sino que es además el único que tiene voz para hablarnos directamente y convencernos de que lo que quiere es lo bueno: Johnson se dio cuenta de que su yo indulgente de las 7pm, quien usaba todo tipo de argucias para convencerle de que se merecía comer pizza y beber cerveza porque había tenido una jornada muy dura, no se comportaba tan responsablemente como su yo de las 6am, quien sólo tenía buenas intenciones para lo que quedaba de día.
Así que, como su cerebro no era capaz de hacer su trabajo correctamente, Bryan lo despidió, como haría con cualquier otro empleado de alguna de sus empresas.
Al igual que Nietzche afirmaba que “Dios ha muerto”, declarando la incapacidad de la idea de Dios para guiar moralmente a los hombres, Bryan afirma que la “la mente ha muerto”, declarando la incapacidad de nuestro cerebro para guiarnos en materia de salud.
A partir de ese momento, Bryan decidió dejar de un lado su mente, empoderar a su cuerpo y dejar que todas las decisiones con respecto a su salud las tomasen todos sus órganos en conjunto, quienes serían por fin escuchados.
Lo que nos lleva al principio fundamental de Blueprint:
Prueba, medición, corrección
A partir de la última evidencia científica disponible, el equipo de Blueprint va creando hipótesis sobre cuál es el protocolo de salud óptimo.
Bryan se compromete a seguirlo a rajatabla, sin dejar que su mente (o su bolsillo) se interponga.
De forma casi continua, miden cómo el protocolo está afectando a los diferentes órganos según las mediciones que realizan en todos los órganos, y en función de los resultados obtenidos van refinando el protocolo.
Blueprint es un sistema en el que la tecnología juega a nuestro favor, y no en nuestra contra, como muchas veces ocurre.
Pocos campos hay más controvertidos que el de la salud. Todos vemos continuamente cómo diferentes opiniones y modas sobre nutrición o ejercicio vienen y van. El equipo de Blueprint quiere zanjar este debate dejando que los datos hablen por sí mismos. Una pregunta válida que hacerse por supuesto es cómo de buenos son esos datos en representar la verdad que se supone que representan.
A pesar de los espectaculares resultados que está consiguiendo, Blueprint no afirma tener respuestas a todo. Todo lo contrario. Una crítica válida es que a día de hoy es un experimento con una muestra de una única persona (n=1), y lo que es óptimo para Bryan puede que no lo sea para otros. Ni siquiera Bryan ha tenido tiempo de probar todas las combinaciones que pueden tener sentido. En cualquier caso, n=1 es mejor que n=0 y es bastante probable que haya muchas cosas que sean extrapolables.
Al ser open source lo que Bryan pretende (y de hecho, está consiguiendo) es que haya otras personas en el mundo probando sus propias variantes de Blueprint y compartiendo sus resultados. Ciencia crowdsourced en estado puro.
Más allá de Blueprint
Bryan afirma que los problemas del alineamiento de intereses son los más importantes a los que se enfrenta el ser humano. En cualquiera de sus entrevistas nos da casi tanto la turra con el tema como hace Recuenco. Y yo estoy de acuerdo.
¿Cómo vamos a alinear nuestros intereses con los de otras personas, con los de la biosfera y con el de las futuras inteligencias artificiales si no somos ni siquiera capaces de resolver nuestro problema de alineamiento de intereses (entre órganos) interno?
Fuentes / Para profundizar:
https://blueprint.bryanjohnson.co/
https://www.youtube.com/@BryanJohnson
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Gracias por el artículo que me ha permitido descubrir a Bryan!
Donde a veces parece no aceptación por el paso del tiempo o incluso la muerte yo veo calidad de vida en el presente y/o serenidad casi felicidad.
Always health!
Es muy interesante la propuesta sobre todo por saber como envejece una persona a pesar de llevar la mejor forma física que se pueda tener.
Pero aun así, estará en sus niveles óptimos de todo, pero cuanto menos el tipo da un poquito de grima, no?
Porque se le nota que tiene una edad y al mismo tiempo no tiene los signos propios con canas, arrugas, manchas o flacidez. Y para mi gusto eso le hace parecer una máscara, casi como un robot humano.