Hola, soy @samuelgil, Partner en JME Ventures.
Bienvenido a mi newsletter semanal, un lugar donde nos reunimos aquellos que creemos que la tecnología transforma juegos de suma cero en juegos de Suma Positiva.
Si me estás leyendo el mismo día que este artículo se va a publicar, me debes una felicitación: hoy es mi 43 cumpleaños :)
Hace un año por estas mismas fechas os compartí 42 lecciones recopiladas a lo largo de mis primeros 42 años de vida, tanto propias como de terceros. Y como añadir sólo una más a la lista me sabe a poco, voy a aprovechar la ocasión para compartir con vosotros cosas sobre las que he reflexionado últimamente, ya sea en la esfera personal o profesional (como si tal distinción en realidad existiese).
Como siempre digo, lo que en apariencia pudieran parecer consejos para los demás, no son más que consejos para mí mismo. Otras cosas no son un reflejo de quien ya soy (todavía), sino de quién me gustaría ser.
Si a alguien le sirven para también reflexionar y construir, genial. Si no, que sepáis que el mero hecho de compartirlos con vosotros me ayudan a mantenerme “accountable”, así que ¡gracias por leerme un año más!
Esta edición de Suma Positiva ha sido patrocinada por:
Todos los que estamos leyendo esta newsletter, acumulamos unas cuantas vueltas al sol. En cada una, hemos aprendido que la clave está en no quedarse a atrás, en crecer, abrazar los avances, aliarse con ellos, aprender. Complementar nuestra trayectoria con nuevos conocimientos, desarrollar el pensamiento crítico, pero, sobre todo, adelantarse a los cambios.
En estos últimos meses, mucho, muchísimo se está hablando sobre Inteligencia Artificial y somos muchos también los que nos preguntamos: ¿por dónde empiezo?
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Un año (más) de reflexiones
Leía hace poco que enough is the key to happiness (“suficiente” es la clave de la felicidad) y creo que, hay bastante verdad ahí. No tengo dudas de que parte de la grandeza del espíritu humano reside en que nunca nos conformamos con lo que tenemos, lo cual nos impulsa a ir alcanzando siempre nuevas cotas, a progresar. Pero, por otro lado, también creo que querer siempre más sin pararte a apreciar y a disfrutar lo que ya tienes es la puerta a la infelicidad. Los orientales saben desde hace milenios que el deseo es nuestro aliado, pero sobre todo nuestro enemigo. Siempre habrá alguien con un trabajo mejor que el tuyo, con unos abdominales más definidos o con un yate más grande. Está muy bien aspirar a más, pero ¿te acuerdas cuando soñabas en ser quien ahora eres? ¿por qué no te paras a disfrutarlo un poco? ¿y si el no conformarte nunca te impulsase a tomar decisiones que pudieran poner en riesgo lo que ya has conseguido?
El podcast del año ha sido para mi la entrevista de
a Nacho Raggio en Kapital, donde conocí la filosofía del “Mediterráneo moral”.En palabras del propio Joan:
El Mediterráneo moral es una manera de entender la vida. El Mediterráneo moral es una manera de vivir la vida. El Mediterráneo moral es un hedonismo tranquilo. El Mediterráneo moral es una sobremesa con amigos. El Mediterráneo moral son los mitos en la hoguera. El Mediterráneo moral es la sangre en la arena. El Mediterráneo moral es la ira de Aquiles y la templanza de Marco Aurelio. El Mediterráneo moral es un incendio incontrolable. El Mediterráneo moral es el orgulloso pueblo que lucha. El Mediterráneo moral es el corazón que persiste. El Mediterráneo moral es un padre que vigila y una madre que sufre. El Mediterráneo moral es el hijo al que perdonan.
Os invito a todos a que lo escuchéis, merece muchísimo la pena (aguantad la parte en la que se enredan quizás un pelín de más con el tema bodas ;-))
El mundo mediterráneo es la cuna de la civilización. Tenemos la mejor geografía, clima, gastronomía, arte y cultura. Tenemos mejores relaciones con nuestras familias y nuestros amigos. Sabemos vivir la vida. Somos más felices y longevos. En definitiva, somos los mejores en lo que más importa.
Sin embargo, los bárbaros del norte (y del otro lado del charco), con su laboriosidad luterana y su maquinaria propagandística nos tienen comida la moral, haciéndonos sentir muchas veces inferiores.
Ya es hora de que nos sintamos orgullos de nuestra forma de ser y vivir y que dejemos de imitarlos y de intentar ganarles a un juego cuyas reglas no nos favorecen y al que probablemente ni siquiera nos interese jugar.
Hace ya dos años desde que inicié la Operación Reset y a mis 43 os puedo decir que estoy en la mejor forma y condición física de mi vida. Con esto sólo quiero animar a cualquiera que se esté planteando dar un cambio a que lo haga porque poderse, se puede. No digo que sea ni rápido ni fácil, pero merece la pena.
Desde entonces, he ido cambiando de opinión sobre algunos temas y modificando bastante lo que hago, pero no es de eso de lo que os quería hablar (a no ser que muchos me digáis que os interesa), sino de otras cosas que he ido aprendiendo por el camino y que quizás sean extrapolables o otros ámbitos.
Antes de aplicar ningún consejo, entiende cuáles son los objetivos, el estado actual y el entorno de quien te lo está dando. Aunque hay un cierto solape, no debes entrenar y comer igual si tu objetivo es salud, estética o rendimiento. Un culturista entrena únicamente con criterios estéticos. Un atleta, con criterios funcionales, tanto de rendimiento máximo como de prevención de lesiones. Alguien que entrena por salud, no debe cometer los “excesos” que hace alguien que necesita rendir o lucir de una forma extrema a corto plazo.
No hay atajos. La industria sabe que la complejidad vende y que estaremos dispuestos a probar cualquier cosa que nos prometa resultados sin esfuerzo. La realidad es que no hay rutinas matutinas mágicas ni suplemento ni crema que sustituya hacer sentadillas, comer sano y dormir bien. Concentra tus esfuerzos en aprender y dominar los básicos, que son los que te dan >80% de los resultados.
Dicho lo cual:
Lo óptimo es enemigo de lo bueno. Es mejor hacer consistentemente algo bueno que no es óptimo pero que puedes mantener, que intentar hacer lo óptimo, quemarse y abandonar. Aunque Blueprint fuese lo ideal, yo ni podría ni querría seguirlo.
Mirada larga y paso corto. Empieza “pequeño”, obtén resultados, gana confianza y ve incrementando volumen, intensidad y dificultad con el tiempo. Mucha gente se queda paralizada porque ven su meta final demasiado alejada, pero la clave es ir dando pasos cortitos.
Me siento un poco ludita últimamente. Hasta me he llegado a plantear dejar de llevar un smartphone a todas partes. ¿Hasta qué punto es esto una creencia de lujo? Seguro que en Kenia no se plantean estas cosas.
Tengo clarísimo que, en general, la tecnología mejora nuestras vidas. Pero este mundo de superabundancia en el que vivimos hace que muchas veces nos sintamos como cactus en la jungla.
Las empresas tecnológicas—al menos algunas—libran cada día un lucha encarnizada por nuestra atención y, si no tenemos el debido cuidado, nosotros somos los que al final salimos perdiendo. La vida no es otra cosa que nuestra experiencia subjetiva de la misma y hacia dónde diriges tu atención importa por tanto y mucho.
Lo cual me lleva al siguiente punto.
Como inversores en compañías tecnológicas, tenemos una responsabilidad, aunque sea pequeñita, sobre qué tipo de compañías apoyamos.
Tenemos claro que las compañías deep tech son las que más capacidad tienen para mejorar la sociedad aunque también somos conscientes de las carencias del ecosistema español y de las limitaciones actuales del modelo de fondo de capital riesgo con el que operamos para financiarlas.
En cualquier caso, un criterio de inversión importante para nosotros es el “so what?”, en el sentido de intentar entender si el potencial éxito de esa compañía tiene un impacto positivo en la sociedad o no.
Estoy bastante convencido de que para obtener buenos resultados en algo es más importante concentrarse en el proceso y aprender a disfrutar de tareas tediosas como cortar leña y llevar agua.
Aunque me gusta el matiz extra sobre visualización del resultado que aporta esta formulación:
“El denominador común del éxito, el secreto del éxito de toda persona que ha tenido éxito alguna vez, radica en el hecho de que formaron el hábito de hacer cosas que los que fracasaron no disfrutaban haciendo.
Las personas exitosas están motivados por el deseo de obtener resultados satisfactorios. Los fracasados están motivados por el deseo de utilizar métodos agradables. Están inclinados a conformarse con los resultados que pueden obtener al hacer cosas que les gusta hacer.”
—Albert E. N. Gray
Educar bien a los hijos es complicado, o así nos sentimos muchos padres del s. XXI. Pásate de permisivo y convierte a tus hijos en unos malcriados insoportables sin ningún tipo de tolerancia a la frustración. Pásate de rígido y conviértelos en unos autómatas sin creatividad que sólo saben seguir órdenes.
De todo lo que he leído y escuchado, lo que más me ha convencido es intentar ser firme pero amable. Como padre hay que decir constantemente que no a muchas cosas y regañar por otras, hay que mantenerse firme y no ceder, pero no hay necesidad de hacerlo de malos modos (sí, ya sé).
Escuché a Jordan Peterson decir un par de cosas interesantes relacionadas con los niños:
No dejes que tu hijo se convierta el alguien que te irrita, porque lo más probable es que sea igual o más molesto para los demás y eso irá en su perjuicio.
Trata de cuidarte a ti mismo como cuidas a tus hijos. ¿Por qué si te preocupas de que tu hijo coma sano, haga deporte, duerma sus horas y sea feliz en general te cuesta tanto aplicarte el cuento a ti mismo?
¿Y tú, cuáles son tus últimas reflexiones vitales? Te leo en twitter, en los comentarios o como respuesta a este correo.
Gracias por leer Suma Positiva.
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Muchas Felicidades Samuel!!!
Y ahora que he sido Padre me quedo con:
No dejes que tu hijo se convierta el alguien que te irrita, porque lo más probable es que sea igual o más molesto para los demás y eso irá en su perjuicio.
Trata de cuidarte a ti mismo como cuidas a tus hijos. ¿Por qué si te preocupas de que tu hijo coma sano, haga deporte, duerma sus horas y sea feliz en general te cuesta tanto aplicarte el cuento a ti mismo?
Felicidades y gracias por tu newsletter